Yooka-Laylee

Yooka-Laylee, el peso de su legado

Ay, dulce nostalgia. Esos recuerdos de una época donde todo era más fácil y lo más por lo que tenías que preocuparte era por los exámenes del cole o jugar con tus amigos en el parque. A muchos nos gusta aferrarnos a ese periodo como a un clavo ardiendo.

Este sentimiento, cómo no, se ha convertido en un filón para las compañías de videojuegos, que ofrecen volver a nuestra época más impresionable y simple con videojuegos centrados en la nostalgia. Yooka-Laylee es uno de estos. Y como la mayoría de juegos de este movimiento, vive demasiado en el pasado para intentar ser un título mejor a los anteriores. Incluso podriamos decir que ni siquiera intenta ser un producto propio.

Cabe destacar que este análisis viene desde territorio conocido, porque, aunque lamentablemente no terminé el Banjo-Kazooie de salida, sí jugué al resto de juegos de Rare, incluyendo la secuela de éste, que se encuentra entre mis títulos preferidos de la Nintendo 64. Sin embargo, intentaré ser lo más justo posible con el título.

Para los que no conozcan de dónde viene este juego, Yooka-Laylee es uno de los títulos que nacieron en Kickstarter con el objetivo de hacer un sucesor espiritual de una franquicia antigua, acompañando a juegos como Bloodstained Mighty No.9, algunos con más suerte que otros. En este caso, la franquicia, o más bien, género, a “resucitar” se trata de los Collectathon, que se popularizó a finales de los 90 y en el que Rare (empresa cuyos antiguos miembros están ahora en Playtonic Games) triunfó.

Estos títulos coincidían en tener las mecánicas de un plataformas 3D, pero, de forma similar a lo que hace un Metroidvaniautilizaban los mundos como si fueran un propio personaje. Gozaban de muchos recovecos y objetos coleccionables que conseguir, y serían sitios a los que volver en partes más avanzadas de la historia. Este subgénero desapareció poco después de nacer la GameCube, pero se quedó en la memoria de muchos que crecieron con títulos como Donkey Kong 64 o incluso Super Mario Sunshine. No fue hasta 2015 que salió el Kickstarter del juego que vamos a analizar a continuación, Yooka-Laylee.

El título nos presenta a Yooka, un camaleón bonachón, y a Laylee, una murciélago con mala uva, tomando el sol en un día apacible. Todo esto cambia cuando una misteriosa máquina absorbe el libro que Laylee estaba utilizando como posa-vasos, lo que inicia la aventura para recuperar susodicho objeto. Al parecer, el libro ha sido absorbido por una de las máquinas del malvado Capital B, una abeja que planea quedarse con todos los tomos del mundo.

Con esta simple premisa (que no va a complicarse mucho más, como viene siendo normal en el género) Yooka-Laylee nos manda a la Colmena del Saber, una suerte de hub donde se encuentra Capital B, pero mientras vamos a por él, nos encontraremos con los bibliomundos, que hacen la función de niveles principales del juego. Me gustaría destacar una de las mejores ideas del juego, que es la capacidad de aumentar el tamaño de los mundos a cambio de uno de los coleccionables del juego, las pagies.

Porque, cómo no, el juego tiene coleccionables. Por un lado están las pagies, de las que hay más de cien y sirven de coleccionable principal, al estilo de los jiggies del titulo del que tienen fuertes influencias. Por otro lado están las plumas, que serán utilizadas para comprar habilidades nuevas para los personajes.

Pero no solo hay estas dos, que serían las principales, sino que el juego está repleto de distintos objetos: hay Mollycools, que te permiten transformarte; Ghost Writers, de los que hay 5 en cada mundo y que cada uno se puede conseguir de una manera exclusiva; Play Coins, que te permiten jugar a distintos minijuegos de la mano de Rextro, un divertido tiranosaurio que encarna a los personajes de antiguos títulos de la compañía; entre otros.

Y ese es parte del problema. Al igual que pasaba con otros títulos de la antigua Rare, Yooka-Laylee tiene demasiados coleccionables que están por el simple hecho de estar, para después tener muy poco impacto en el juego, dándote como mucho una pagie. Creedme, es bastante frustrante buscar las doscientas plumas de un nivel solo para conseguir una recompensa tan nimia. Llega un punto (y no estoy hablando de uno muy avanzado, más de la mitad de las plumas sobran a la hora de comprar habilidades) en el que solo se pueden usar para eso y no sirven para absolutamente nada más.

A la hora de jugar, el título funciona bastante bien. Tenemos una barra para la vida y otra para la energía, siendo esta la que se utiliza a la hora de usar cualquier técnica que diste un mínimo del típico salto. La habilidades son pocas pero muy variadas, y utilizan bastante bien las ideas que los diseños de los personajes (un camaleón y una murciélago, de nuevo) les ofrecen: puedes utilizar ondas de sonido con Laylee o incluso volverte invisible, recurriendo al típico mito del reptil protagonista. Sin embargo no me parece que estén bastante equilibradas, ya que algunas habilidades conseguidas cerca del final del juego trivializan varias de las misiones de niveles previos.

Además, aunque los niveles mantengan el encanto inicial de los plataformas 3D, están bastante poco inspirados a la hora de hacer las misiones. Especialmente en el caso de los jefes de mundo, que son completamente olvidables y no suponen ningún desafío ni interés al jugador.

En el apartado visual, el estilo tan colorido y de diseños simples funcionan muy bien. Son unas de las cosas que realmente te transporta a la época de oro de los plataformas, acompañadas, claro está, de la gran banda sonora de Grant Kirkhope. Los diseños mantienen el estilo de Rare de “ponerle ojos a cosas” que, aunque en su época podía ser divertido, me parece que a estas alturas se hace muy cargante y, al igual que bastantes puntos del juego, poco inspirado. Sin embargo, hay diseños interesantes (aunque pocos) que se alejan de esta idea.

Este juego me deja bastante en conflicto, porque pese a que no puedo negar que el juego es ciertamente disfrutable, me parece que tiene demasiados errores para convertirse en algo más que un juego mediocre. Aunque, para alguien que esté desesperado por jugar un collectathon y revivir sus días felices, es posible que el juego sea lo que necesite, no deja de darme la sensación que es un título hecho sin ganas, que podría haber dado mucho más de sí.

Al menos no hay coches.

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