Titan Quest: Ragnarök es la segunda expansión del galardonado clásico Titan Quest, un título muy en la línea de Diablo que fue lanzando hace ya más de diez años, en el 2006. Bajo el desarrollo de Iron Lore y la publicación de THQ el juego recibió una gran acogida por parte de la comunidad, que se ha mantenido incluso hasta el día de hoy. Lamentablemente, la quiebra de THQ dejó a Titan Quest privado de futuro contenido, o eso parecía. Aun así, THQ Nordic consiguió hacerse con los derechos y dar a luz la nueva expansión con la ayuda de Pieces Interactive.
Después de desafiar a los Dioses del Olimpo y al Panteón egipcio en la historia original de Titan Quest, nuestro personaje, el intrépido héroe que todo el mundo necesita, es enviado a un nuevo periplo. Esta vez tendremos que viajar a las tierras heladas de Europa del norte, donde lucharemos junto a los sus habitantes contra el mal que ya había asolado una vez a la civilización conocida.
Como podréis suponer, la historia no es más que una mísera excusa para ponernos nuevos enemigos a los que matar, nuevos lugares que descubrir y nuevo equipamiento que saquear. No esperéis ningún giro de guión dramático o alguna sorpresa en el argumento. Aquí estamos para acabar con criaturas mitológicas solos o con amigos, y eso es todo lo que importa.
Titan Quest es un RPG isométrico muy al estilo de juegos como Diablo o Path of Exile, centrado particularmente en arrasar con cualquier bicho viviente que tengamos en pantalla. Si os gustan títulos como Diablo 2 o Baldur’s Gate, Titan Quest es casi un perfecto tributo a estos legendarios clásicos. Esto, desafortunadamente, también significa que algunas de sus mecánicas también pertenecen a esa época. Navegar por la interfaz del juego puede ser lioso e irritante, y tener que abrir el mapa constantemente para orientarte puede llevar casi a la locura.
El gameplay es sumamente básico y tu muñeca sufrirá durante toda la partida, especialmente durante las batallas más intensas a causa de la ausencia de auto-ataque, un fallo de diseño garrafal para un producto de un día. El movimiento y el ataque están ambos asignados al click derecho así que tendremos que clickar donde queramos movernos y a qué monstruo queramos eliminar, las habilidades especiales están asignadas a las teclas del 1 al 8, algo muy clásico en este tipo de juegos. A pesar de todos estos fallos, así era como muchos RPGs de PC creaban tendencia durante la última década y Ragnarök no viene aquí a romper ningún molde, de ninguna forma.
Por su parte, el sistema de inventario es sencillo pero funcional, tenemos a nuestra disposición un número de casillas y cada objeto ocupa un número determinado de ellas (por ejemplo una espada ocupa cuatro casillas de largo y dos de ancho). La clave durante la partida será el administrar nuestro espacio para poder cargar con el mayor tesoro sin desperdiciar ni un solo hueco.
El sistema de especializaciones o maestrías tiene bastante profundidad, llegando a ser determinante a la hora de terminar el juego. Tendremos que pensar detenidamente cuáles serán nuestras maestrías y si su sinergía puede funcionar para superar todos los desafíos del título. Por ejemplo, combinar la maestría de un guerrero y un mago no tendría sentido,, mientras que mezclar a un asesino y un guerrero nos puede otorgar poderosos beneficios si jugamos bien nuestras cartas. Ademas, Ragnarökañade un nuevo árbol de habilidades: el de las runas. Gracias a estas podremos llegar a convertirnos en un verdadero guerrero viquingo.
Si hablamos del aspecto gráfico, Ragnarök no mejora el apartado del original de ninguna forma, así que poco hay que comentar acerca de ello. Mientras que Titan Quest era un portento allá en 2006, no puedo decir que mantenga el tipo a día de hoy. Si nunca has jugado al original (como yo) o eres un gran aficionado a los RPG, apenas estarás impresionado por los gráficos. Es cierto que tiene algunos detalles realmente impresionantes para la época, como que los cadáveres tengan física propia una vez muertos y caigan en diferentes posiciones, pero que el juego tenga (pequeños) bajones en el framerate cuando se concentran grandes masas de enemigos es totalmente inaceptable.
En el apartado sonoro, la banda sonora cambia dependiendo de la zona en la que estemos y nunca se hace realmente molesta. Es el juego perfecto para jugar mientras escuchamos nuestro podcast favorito o nuestras propia canciones, sin perdernos absolutamente nada de la experiencia. Algunos NPCs tienen incluso voces que, sin ser malas, tampoco llegan a marcar ninguna diferencia a pesar de que cada uno de ellos tiene un particular acento dependiendo de la zona en la que vivan y simplemente cumplen con su cometido de meternos un poquito más en este mundo asediado por monstruos mitológicos.
En definitiva, Titan Quest: Ragnarök es una buena expansión para aquellos que disfrutaron del título original en su día o simplemente les gusta una experiencia Diablo-like a la antigua usanza. Si disfrutaste de Diablo 3 y te cuesta volver a los orígenes del género, definitivamente Titan Quest no es para ti. También recomiendo encarecidamente jugarlo en modo cooperativo, la experiencia en solitario pierde muchos puntos e incluso puede llegar a ser tediosa en algunos momentos clave.