Crear es algo que está inequívocamente ligado a ser humano. Todos hemos dibujado, pintado, escrito, esculpido, fotografiado, compuesto o ideado algo en nuestra vida, y es muy probable que la gran mayoría de los que me estáis leyendo lo hagáis prácticamente a diario. Hoy en día casi se podría decir que todos somos creadores, tenemos más medios que nunca e infinitas maneras y posibilidades de llegar a más audiencias. No se puede negar que los nuevos medios de comunicación han cambiado nuestra manera de ser creativos, además de dado alas a todo aquel que quiera mostrar esta faceta al resto del mundo. Nunca ha sido tan fácil exponer este lado de nuestro ser.
Y aún así… ¿quizás no todo sea tan diferente si echamos la vista atrás un siglo? Crear es, por definición, plasmar una parte de nosotros, y esa tarea trae consigo unas ciertas inquietudes. Preguntadle a cualquier creador de vuestro entorno si alguna vez se ha sentido cohibido ante aquellos a quien admira, si ha sentido que debía encontrar algo de sí mismo para poder continuar su evolución o si ha querido demostrar su valía ante aquellos compañeros que no parecían verlo como un igual. The Lion’s Song trata precisamente de esto, y como tal es una obra que viene a hablarnos de gente que tiene como ambición dejar su huella en esta sociedad y superar los obstáculos inherentes a esta labor.
Corren los comienzos del siglo 20, y la historia se desarrollará desde el punto de vista de tres jóvenes austriacos a las puertas de consolidarse como creadores. Controlaremos a Wilma, Franz y Emma en un viaje por vencer las dificultades que se plantean ante su florecer creativo. Cada uno, evidentemente, tendrá distintos dilemas contra los que enfrentarse. Sus tramas están distribuidas en capítulos bastante autoconclusivos, aunque sí que tienen ramificaciones que podremos observar cuando asumamos el control de otros protagonistas, algo que llega a su culmen en el epílogo del título.
La manera de que nosotros participemos como jugadores es a través de un formato point & click más o menos tradicional. Más o menos porque hay algo que falta, y lo hace para bien: los puzles. Quisiera hacer eco de la crítica que hice a Grim Fandango, obra de culto a la cual le eché en cara que muchos acertijos simplemente servían para entorpecer y alargar su duración. Mi’pu’mi Games GmbH han sabido priorizar su identidad narrativa por encima de los estándares del género, y ha sido un grandísimo acierto. De nada sirve seguir dogmas ciegamente, y menos aún cuando la visión artística está en juego. .
El foco mecánico de este título radica en las conversaciones que tengamos y las decisiones que tomemos. Sí, sé que esto suena muy vendehumos, pues acabamos de salir de una época en la que se nos ha prometido hasta la saciedad lo importante de las elecciones tomadas como centro narrativo de los mundos que visitemos. The Lion’s Song evita eso. Al no plantear una trama grandiosa, no nos promete grandes consecuencias, sino que deja que nos expresemos libremente y sin preocupación a través de estos personajes. Aquí es donde la obra brilla, pues su magnífico guion y sus tan logrados personajes atrapan e implican a partes iguales. Esto no es casualidad, de una manera u otra nos vamos a ver reflejados.
Pero, ¿qué es lo que hace que The Lion’s Song sea tan especial? No es su original acercamiento al point & click (por muy efectivo que sea), ni lo genuino de su premisa. No, esta título rebosa de algo que es difícil encontrar ente juegos más grandes: alma.
Se dice mucho que los videojuegos indies son más personales que las grandes superproducciones. Esto es algo que, por mera lógica, es verdad. Sin querer desmerecer al triple A, no es lo mismo una obra creada por un grupo pequeño y cercano, que una producción multimillonaria. The Lion’s Song no solo no es excepción, sino que lo demuestra haciendo que toda la experiencia sea tan particular como intimista. El propio estilo artístico del título ya transmite, incluso desde fuera de la obra, que quiere desmarcarse y ser una experiencia fácilmente recordable. Evidentemente, no todo tiene que ver con la piel del juego, ya que esto también se traslada a la manera en la que se enmarcan los sucesos. No es difícil darse cuenta de que aquí se busca que nos impliquemos con él a nivel personal, poniéndonos en situaciones en las que queremos actuar para poder ayudar a nuestros protagonistas. No es un mero trámite para poder proseguir con la historia, sino que se intenta representar sucesos con los pies en la tierra, con los que podamos identificarnos. Y es que la empatía es un motor muy potente.
Eso sí, a lo largo de la historia The Lion’s Song no se limitan solo a hablarnos de los personajes como creadores. El abanico temático del juego es tan amplio como eficaz. Los asuntos tratados en cada historia también aborda facetas del desarrollo humano tales como la dependencia, las inseguridades, la búsqueda de identidad, el sexismo propio de la época y la identidad de género. De esta manera, la obra nunca se estanca, pues siempre nos da algo en lo que pensar y, sobre todo, un espejo en el que reflejarnos. Los propios protagonistas de la obra son personajes ficticios creados para enseñarnos, también, una parte de nosotros que quizás no conozcamos. Es por esto que expresarnos a través de su calvario resulta catártico, y los hechos que pueblan este título son un lienzo ideal para que nosotros mismos busquemos en nuestro interior. Al fin y al cabo, ¿quién no ha querido crear nada nunca? Los obstáculos e inquietudes son universales y atemporales, y superarlos aquí ayuda a liberar cierta parte de nuestro yo real.
En definitiva, The Lion’s Song es una de las obras más intimistas y delicadas que he tenido el gusto de catar. Siendo tan accesible como llamativo, es uno de los mejores indies de 2017, cosa que no es moco de pavo. Con una duración de unas 5 horas, es uno de esos títulos que se quedará con nosotros mucho después de haber visto los créditos finales. Desde luego, cuando se habla de madurez temática dentro del medio, nunca debería de ser un nombre que quedase sin mencionar.