30 años han pasado ya desde que NES recibió The Legend of Zelda. Desde entonces, la fantasía de Hyrule ha inspirado a muchos creadores de videojuegos, evolucionando hasta convertirse en la franquicia que todos conocemos. Las bases estaban establecidas, y The Legend of Zelda: Breath of the Wild ha venido para romperlas.
Breath of the Wild parte de la premisa del primer The Legend of Zelda. El propio nombre del juego es una declaración de intenciones por parte de Nintendo, retomando en Japón el logo de Hyurle Fantasy, el cual no vemos desde la primera entrega de la saga. Es una vuelta a los orígenes en toda regla, aplicando ideas dadas por futuras entregas.
Pero este título no aprende solo de su propia franquicia, pues se adapta a los tiempos actuales estudiando el actual concepto del diseño de videojuegos, aprendiendo como el mejor alumno sobre las ideas que otros estudios han dado. El profesor, recibiendo lecciones de los alumnos.
Siempre me ha parecido muy odioso cuando en un análisis empiezan las comparativas con Dark Souls, pero creo que este es un caso en el que puede ser interesante sacarlo del cajón para reflexionar un poco. Hace un tiempo leí por 4chan que Dark Soulsera lo más parecido a una secuela espiritual directa del The Legend of Zelda original, y tras darle un par de vueltas, estoy completamente de acuerdo. Como «No Muerto Elegido», teníamos la posibilidad de investigar Lordran por dónde quisiéramos, dándonos la opción de enfrentarnos antes o después a diferentes jefes finales, en función de cuando los encontrásemos. Breath of the Wild hereda esta premisa, aprende de Ubisoft a poner torres de control desde las que explorar el mapa, y se adapta a la moda del sandbox. Nintendo no es el señor Burns, le queda muy bien la ropa de los jóvenes.
Romper con lo establecido en tu franquicia es un proceso complicado. Tal vez Breath of the Wild haya recibido grandes notas por todos lados, pero también he oído muchas críticas diciendo que este Zelda, aunque buen juego, no se siente como tal. Pero a mi humilde opinión, renovarse o morir. Hasta el momento, los títulos 3D de la franquicia han seguido la estela de Ocarina of Time, amplificando sus ideas, o variándolas, pero sin salir de las pautas de lo esperable en un Zelda. Qué diablos, incluso en sus historias son dependientes en mayor o menor escala de este.
Pero bueno, vamos a hablar de la historia de Breath of the Wild:
Hasta el momento, noto que solo estoy halagando al juego, pero la verdad es que la historia me deja un sabor agridulce. Hay cosas que me gustan mucho. Pero, por otro lado, hay un potencial… desaprovechado. Los personajes rezuman carisma, y considero que tanto Zelda como Link en este juego son muy interesantes. Aún así, creo que un desarrollo de la historia bastante esquemático pisa sobre lo fregado. Voy a explicarlo con detalles en la página 2. No te preocupes, pondré un gran aviso para evitar la catástrofe. De todos modos, no considero que sean grandes spoilers, con haberte pasado a una sola de las bestias sagradas ya sabrás más o menos de qué va el percal, pero si quieres llegar virgen a Breath of the Wild te recomendaría saltártelo. Una vez avisados, empiezan los spoilers. Si queréis saltaros este fragmento, id directamente a la página 3 de la publicación.
Una vez tú, en el papel de Link, despiertas de tu sueño de 100 años, y tras ubicarte un poco, descubres que esta vez ya luchaste contra Ganon, y perdiste. Cinco fuisteis los elegidos que, junto a la princesa Zelda, tendríais que haber acabado con él, pero fracasasteis. Breath of the Wild es un ascenso tras una gran caída, pero no noto un peso real ante esta. Veréis, durante el juego deberás parar a las cuatro bestias sagradas. La primera vez que llegué a una fue a Vah Ruta, el elefante de agua que está atormentando a la tribu de los Zora. Allí, tras conseguir un recuerdo que relacionaba a Mipha —La elegida por la tribu Zora —, y a Link, me sentí parte de esa pérdida. Nuestro héroe y la zora nunca más podrían estar juntos. Esto era personal, Ganon. Y gracias a la ayuda de Sidon —el hermano de Mipha, también conocido como el pez más sexy de 2017 — me lancé de cabeza parar a la bestia sagrada. Entonces oí una voz que te guía durante la mazmorra. Anteriormente, había oído la voz de Zelda, así que durante todo el calabozo pensé que sería ella. Hasta llegar al final y descubrir que no era otra mas que la de Mipha. Estuvo ahí en todo momento, dentro de Vah Ruta, y usaría sus últimas fuerzas para ayudarte en tu venganza contra Ganon. Y… ¿ya está?
A ver, recapitulemos, cuando vi eso me pareció bien. Mi problema es que las cuatro historias de las bestias sagradas son prácticamente iguales. Conoces a una de las tribus, te mandan a hacer una tarea y, tras ayudarles, el descendiente —O hermano, en caso de Sidon — del héroe original te ayuda a subirte a la bestia. Haces la mazmorra de dentro, salvas su alma y, como última voluntad, carga el rayo de la bestia sagrada contra el castillo de Hyrule para que cuando te pegues contra Ganon este empiece con menos vida.
Lo veo una oportunidad desaprovechada. Las cuatro tribus tienen un nuevo representante, y acabar con Ganon es un bien que todos buscan. Han perdido la oportunidad de contar una historia en la cual Yunubo demuestra que, aunque sea un crío, es fuerte y podrá ser un digno patriarca de los Goron, o incluso a Sidon vengando la muerte de su hermana. Me hubiese encantado poder reunir a los cuatro nuevos elegidos y, con su ayuda, poder asaltar el castillo de Hyrule.
En cambio, Breath of the Wild solo me ofrece como recompensa por haber salvado a todos que, en el combate contra Ganon, este empiece con la mitad de su fuerza vital. Gracias…. ¿supongo?
En resumen, cuatro subtramas prácticamente iguales para una conclusión un poco precipitada, que como consecuencia trae que otros personajes solo funcionen como herramienta y poco más. Las cartas estaban sobre la mesa, me da mucha pena que no se hayan aprovechado.
Tras mis pegas sobre el argumento, considero que el punto fuerte del juego no es su historia, sino sus mecánicas y su sensación de aventura. No me gustan los mundos abiertos. Me gustan las historias más centradas, y perderme en la caja de arena me da la sensación de malgasto del tiempo. ¿Para qué recoger esos coleccionables colocados para alargar artificialmente la vida del juego? ¿Y subir a esas atalayas? Quita, quita. En cambio, Breath of the Wild no es así.
Perdón si me desvío a otro juego, pero me vais a permitir contaros una anécdota de cuando empecé a jugar a Guild Wars 2. No soy muy dado a los MMORPGs tampoco, pero decidí hacerme un Norn, una especie de bárbaros que viven en las nieves. Cuando comencé a jugar, mis amigos me dijeron que hiciera el tutorial y me teletrasportara a Arco de León, desde donde ellos se organizaban para mazmorras, jefes, y demás parafernalia de MMORPG. Pero decidí que lo guay de descubrir un mundo es explorarlo por ti mismo, así que me planteé ir por la ruta larga y hacer el camino a pie. Fue una experiencia magnífica, porque se convirtió en la historia de mi propio viaje y cómo decidí afrontar el camino, investigar el mapa, y ver de qué manera cruzar las tierras de ese juego para llegar a mi destino. Breath of the Wild ha vuelto a despertar en mí ese espíritu aventurero. Perderme por la nueva Hyrule es una pasada, y la decisión de que Link pueda escalar absolutamente todo me parece de diez. Veo el horizonte, y vislumbro algo que me gusta. Entonces, me planteo cómo llegar y mi aventura es ese recorrido. El mapa, además, está lleno de santuarios. Son opcionales, y no es necesario que me los pase, pero lo divertido que es ir buscando por todos lados para encontrar los santuarios y enfrentarme a sus pruebas hace que el tiempo invertido merezca la pena.
En estos deberemos enfrentarnos una prueba, ya sea un combate o un puzle, y aquí es donde el juego vuelve a sobresalir. Las físicas son una pasada, y aunque los puzles estén diseñados conforme a una solución, si somos lo suficientemente espabilados y aprovechamos nuestras habilidades, podemos encontrar muchas formas de solucionarlos.
Siento que me dejo cosas en el tintero, pero este juego abarca demasiado. Yo he tardado cincuenta horas en completarlo, y soy consciente de que, con las libertades que te ofrece, podría haberlo terminado en la mitad, o en el doble. Es una obra que se adapta al jugador de modo muy personal, haciendo que afronte todo como él lo decida, por eso he decidido tomarme este análisis un poco más de tú a tú.
Breath of the Wild aún es reciente, y me costaría saber qué se opinaré de él de cara a unos años. Las cosas hay que mascarlas, pero creo que, pese a sus errores, trae una de las aventuras más redondas y con más espíritu de toda la franquicia. El salto que ha dado Nintendo con este Zelda es tan grande como el que dio con Ocarina of Time, y considero que va a ser recordado durante muchos años.
Además, los que nos lo hayamos comprado para Switch más nos vale darle caña, que no tenemos más juegos.