Todo el mundo sueña con las vacaciones, no importa cuál sea su ocupación o sus estudios. Es ese momento que sirve para desconectar, encontrarse a uno mismo y, sobre todo, reencontrarse con amigos. Un viajecito, sobre todo si nos lleva a alta mar con la mejor compañía, puede hacer que tiremos la casa por la ventana a costa de vivir una experiencia única. ¿Quién no querría eso? Pero todo parece demasiado bonito para ser verdad; un grupo de jóvenes buscando aventuras lejos de casa… empieza a oler a chamusquina. Y no es para menos teniendo en cuenta que hablamos de The Dark Pictures: Man of Medan, el primer juego de la antología de terror que llevará a cabo Supermassive Games.
Así es, el estudio que concibió Until Dawn ha decidido embarcarse en una serie de videojuegos totalmente independientes donde sufriremos diversos subgéneros del terror. Su investigación les ha llevado a listar alrededor de 40 de ellos y a anotar alguna que otra leyenda que nos pondrá los pelos de punta. En este caso, lo que para nuestros cinco protagonistas, una pareja, sus respectivos hermanos y la capitana del barco, empieza como una escapada de placer con tal de encontrar unos restos de la Segunda Guerra Mundial, acaba con ellos atrapados en una especie de barco fantasma.
Este punto de inflexión sirve para reflejar una clara dualidad, tanto en escenarios como en historia. Lo que hasta ahora ha pasado a plena luz del día, traduciéndose en el disfrute del grupo, y se ha representado con colores claros y llamativos, transfiriendo seguridad, ha dejado paso a unas tonalidades más oscuras, metálicas, donde el ambiente es inquietante, inseguro, lleno de elementos amenazantes. Es un cambio natural, y desde la desarrolladora se nota el mimo que han puesto en cada detalle.
Aspectos como los sonidos y la luz, o la falta de ella, pasando por los ángulos de la cámara, están muy medidos. Porque no olvidemos que todo está puesto para que nos llevemos algún que otro sobresalto y no nos olvidemos de la situación en la que nos encontramos. Y es que, además, todo tomó como ejemplo localizaciones reales, hecho que facilita su representación. Por otro lado, el uso de la captura de movimientos con actores y actrices profesionales, sumado a un buen doblaje al castellano, desemboca en poder sentirnos partícipes de la acción. Con todo esto, crujidos y pisadas allá por donde vamos y espacios con toques claroscuros, tenemos una composición audiovisual que roza el fotorrealismo.
Sin embargo, lo que verdaderamente nos engancha de los juegos de Supermassive Games es la cantidad de ramificaciones de las que gozan sus historias, y Man of Medan no iba a ser menos. Seguimos teniendo que decidir continuamente qué acciones llevar a cabo o qué réplicas contestar, aunque esta vez siempre se nos dará la opción de mordernos la lengua. En esta entrega, han optado por conferirles un par de matices a las alternativas, de modo que, por lo general, las acciones y las frases vendrán acompañadas de un corazón o un cerebro, simbolizando, respectivamente, un acto más impulsivo o uno más racional.
Todo el entramado de elecciones nos llevará a una ruta y a una historia distinta, en la que seremos plenamente responsables del devenir de los personajes. Eso significa que, una vez más, todas nuestras decisiones acarrearán consecuencias. Que todos logren ver un nuevo amanecer o que el barco acabe siendo una especie de tumba marina para algunos está en nuestras manos. Tanto es así, que hay 69 formas diferentes de conocer personalmente a la Parca, lo que desemboca en la posibilidad de vivir innumerables realidades.
Por lo que respecta a la exploración, seguimos encontrando una serie de coleccionables cuya función es la de profundizar y contarnos el trasfondo de la historia. En este caso, descubriremos la verdad tras el barco fantasma mediante documentos y algún que otro elemento que nos cruzaremos en el camino hacia la supervivencia. A lo largo de la aventura, existen 50 secretos de este tipo y 13 cuadros que, al igual que los tótems de su hermano mayor, nos desvelarán uno de los posibles futuros para que intentemos evitar, o no, dichas situaciones.
Por otra parte, la búsqueda de los coleccionables no solo nos servirá para descubrir el misterio, sino para obtener utensilios que favorezcan nuestra supervivencia en un futuro. Por ejemplo, en nuestro poder está llevarnos un cuchillo de cocina. Aun así, Man of Medan sigue la estela de una película interactiva, por lo que, lejos de los survival horror, estas “armas” no estarán disponibles en todo momento.
Aquí entran en juego los quick time events que tanto queremos (u odiamos), y que controlan el uso de algunos objetos. Esto provoca una sensación de indefensión que, a su vez, solo se combate avanzando y estando preparados para la aparición de posibles amenazas. Sin embargo, los espacios amplios y abiertos, aunque lineales, de Until Dawn han dado paso a pasillos estrechos en un lugar cerrado, lo que confiere una mayor delimitación a la partida. Con todo esto, sí han modificado un elemento entre ambos juegos: la mecánica de no mover el mando. Esto evita algún que otro disgusto siempre y cuando se tenga un mínimo sentido del ritmo, pues ahora en los momentos más tensos deberemos seguir los latidos de nuestro corazón.
Volviendo un instante a los QTE, cabe destacar algunas opciones del juego relacionadas con la accesibilidad, facilitando la respuesta cuando se presentan los comandos de reacción. Este hecho podría ahorrarnos el duro trago de tener que ver la muerte de uno de los personajes. Eso sí, aunque el juego tenga PEGI 16, algo que no es apto para todos los públicos es el minúsculo tamaño de los subtítulos, así que afinad bien vuestros oídos.
Hasta aquí hemos encontrado muchas similitudes entre Until Dawn y Man of Medan. Pero si tuviéramos que apuntar solo un aspecto por el que sabemos que estamos bajo el mismo estudio, sería la existencia de un personaje que, al igual que el estimado Dr. Hill, intentará desestabilizarnos. Estamos ante nada más y nada menos que el Conservador. Este actuará como observador y comentará, entre algunas escenas a modo de interludio, las consecuencias de nuestras decisiones, a pesar de que en la mayoría de ocasiones sean más que obvias. Pero nunca está de más que te recuerden las muertes que llevas a tus espaldas. Aun así, no estará ahí solo para meter el dedo en la llaga, sino que nos dará alguna que otra pista siempre y cuando podamos descifrar qué hay detrás de sus crípticas ayudas.
Durante el desarrollo de Man of Medan, el verdadero reto fue el modo multijugador. Bajo el pretexto de “no juegues a solas”, nos brindan la posibilidad de jugar en compañía, tanto de forma online como local. El primer modo solo es apto para dos jugadores, y vivirán la historia a la vez, controlando a personajes distintos. A causa de esto, cuando se encuentren en lugares diferentes, no podrán ver qué está haciendo su compañero. El segundo, en cambio, acoge hasta cinco personas, tantas como protagonistas, e irán alternándose por estar al mando. Este movimiento de Supermassive Games se debe al gran número de fans de Until Dawn que jugaban en grupo, tomando el control de los personajes tras habérselos asignado. En función de las decisiones, obtendremos una especie de título que reflejará quién ha tenido mejor relación con sus iguales dentro del juego o qué tipo de decisiones han primado.
Así pues, y a modo de conclusión, este añadido de índole social sirve para reforzar la idea de que es fundamental ser franco con quien tenemos delante y conseguir que la relación entre los personajes vaya viento en popa. Todos hemos escuchado eso de que la unión hace la fuerza. No sabemos si solamente con esto podréis salvarlos a todos, pero junto a una exploración exhaustiva, quizá tengáis el éxito asegurado. Lo doble, si bueno, dos veces bueno.
Aun con sus más y sus menos, The Dark Pictures: Man of Medan logra sumergirnos en su historia y nos hace partícipes de la lucha que supone seguir a flote para vivir otro día. La tensión por evitar una muerte segura es lo que hace que queramos seguir jugando a los juegos de Supermassive Games. Ahora solo resta esperar al próximo título, Little Hope, y contextualizar un pequeño huevo de pascua en forma de cuadro, al mismo tiempo que nos perdemos en un lugar muy especial.