Tekken 7

Tekken 7, poder y dominio

Cuando hablamos de juegos de lucha, pensamos en un género que es puramente costumbrista. Las entregas que rompen con lo anterior de una saga suelen ser apuestas muy arriesgadas y no apoyadas por los fans, quienes se ven traicionados ante grandes modificaciones. Y es que invertir tiempo en mejorar nuestras habilidades de pelea se ve como algo a largo plazo, y dejar de lado esas habilidades es una gran traición. Sí que es verdad que algunas franquicias han optado por refrescarse en ese aspecto y les ha salido mejor o peor, pero Tekken solo está interesada en una cosa: mejorar lo anterior y añadir pequeños nuevos elementos en cada una de sus entregas. La séptima (o novena, según cómo se mire) entrega de la saga de Bandai Namco ya está aquí, y no escatima en novedades, pero sí que quiere que sus veteranos se sientan como en casa.

Este nuevo título de la saga sigue el esquema marcado por sus predecesores. Quienes (como yo) la estén siguiendo desde su tercera entrega verán que se mantienen muchos de los dogmas que esta planteó en la época de la PlayStation. Una cosa es indudable, y es que (tras el tropezón que fue Tekken 4), Tekken 5se ha convertido en el esquema casi dogmático a seguir por los siguientes lanzamientos de la franquicia. En Tekken 7 veremos muchísimos de los elementos que convirtieron a ese juego en uno de los videojuegos de luchas mejor valorados de la historia: una amplia plantilla de combatientes (38 para ser exactos); música frenética, trabajada y pegadiza (compuesta por una gran variedad de artistas de renombre); y enfrentamientos de lo más movidos. Pero es que cuando pienso en la saga me vienen a la cabeza dos cosas importantísimas: su esquema de controles por extremidades y, de manera más abstracta, lo conciso de su control: su gamefeel.

El primero de esos elementos es marca de la casa desde sus inicios, y es evidente que esta entrega no iba a romper con algo tan importante para la propia identidad de la marca. Aquí no encontraremos gran novedad, el flujo del combate es casi idéntico al de las precuelas, los movimientos de nuestros personajes habrán cambiado muy poco en comparación con Tekken 6 y las mecánicas básicas se mantienen, aunque sí que habrá algunos añadidos: Rage Arts y Power Crushes (no, esto no tiene nada que ver con Twitter). Los primeros serán movimientos cinemáticos que solo podrán ser usados cuando nuestra barra de vida se encuentre en estado crítico. Podremos hacer uso de ellos una vez por ronda y están diseñados para causar gran daño al rival y darnos la oportunidad de remontar. Por otro lado están los Power Crushes, movimientos específicos que no podrán ser detenidos por los ataques enemigos. Eso sí, los evitaremos bloqueando o esquivando, y no tendrán un número de usos ni unas condiciones especiales para poder ser realizados. Como veis, no son cambios a la manera de jugar del título, pero sí que tienen una función básica: dar más dinamismo a los enfrentamientos y convertirlos así en algo más visceral e impredecible. Eso sí, el soberbio resultado a la hora de crear ese tipo de espectáculo no viene solo de lo mecánico, ya que la obra vuelca todos sus apartados en ello. Tanto la música como los efectos visuales están creados con la intención expresa de transmitir rapidez, impacto, fuerza y ferocidad. Esto, obviamente, sale a relucir de una manera más acentuada en los combates contra otros jugadores, ya sea por vía local u online, que obtienen más dinamismo, en gran medida, gracias a los Rage Arts.

Tekken 7 no solo mantiene y expande su jugabilidad (pese a ser este el núcleo central de la obra), sino que amplía sus modos, extiende su plantilla y trae algunas novedades dignas de la nueva generación de sistemas. La gran novedad de contenido viene en forma de un modo historia bastante trabajado. Teniéndonos acostumbrados a un par de diapositivas por personaje cada X partidas, este es un paso grande para la franquicia, que parece estar siguiendo los pasos de Mortal Kombat en el apartado narrativo. En esta nueva edición, lejos de presentarnos imágenes y un cuadro de texto, tendremos unas cuantas horas de cinemáticas y misiones con distintos objetivos y planteamientos. Si bien es verdad que el núcleo jugable siguen siendo los combates “de toda la vida”, el contexto del cual están acompañados culmina en una campaña que, sin ser una maravilla, es bastante aceptable y digna de mencionar.

Pero ahí no acaba el contenido para un solo jugador. Bandai Namco ya nos tiene acostumbrados a un alto grado de personalización en sus títulos de peleas, y Tekken 7 bebe directamente de sus predecesores para darnos la posibilidad de editar a nuestros luchadores favoritos. A través del modo Treasure Battle podremos conseguir una gran cantidad de objetos desbloqueables y dinero, el cual se podrá usar para adquirir distinto contenido dentro del título. Estos irán desde modificaciones básicas hasta trajes especiales para cada uno de los luchadores —aunque tendremos que aflojar mucho el bolsillo si queremos hacernos con todos estos últimos. Además de peinados, camisetas y demás tonterías, el título viene cargado de muchísimo material para los fans: desde todas las cinemáticas de los anteriores títulos hasta una cantidad inmensísima de arte conceptual. Aquel artbook de Tekken 6 que tengo en mi estantería queda prácticamente en ridículo si lo comparamos con la amplia colección de material gráfico que podremos ir adquiriendo gracias a las galerías del juego.

Estamos ante una franquicia con una trayectoria clara que no piensa desviar el rumbo. Tekken 7 es la prueba de que hay géneros que pueden sobrevivir centrándose simplemente en una evolución pura que no toca para nada sus bases. Es un título completo que hará las delicias de aquellos que quieran jugar online, pelear con sus amigos en casa (algo también esencial en las experiencias de lucha) o incluso jugar a solas —gracias a todos sus desbloqueables y su trabajada campaña. Además de la gran calidad de sus apartados inherentes al género, estamos ante un título que quiere darnos más de todo, haciendo que todos sus apartados sean sobresalientes. Como último apunte, decir que su banda sonora (la cual hace un trabajo excepcional a la hora de ambientar los combates) es de lo mejorcito que he podido catar en un título de pelea —sin desmerecer a la saga Guilty Gear—, y seguramente sea de lo más destacable que veremos en este año.