Super Mario Odyssey

Super Mario Odyssey, celebrando esta historia

Super Mario Odyssey ha llegado a Nintendo Switch con las ideas claras y la ambición de ocupar el puesto más altodentro de la popularidad de la consola. La compañía de Kyoto puso toda la carne en el asador con el retorno de una de sus sagas más queridas el pasado marzo pero va incluso más lejos con este lanzamiento, intentando llegar no solo a seguidores, sino a toda aquella persona que guste de divertirse con un mando en la mano.

Si Breath of the Wild se mostraba como un enamoramiento de lo clásico por el emergente estilo sandboxSuper Mario Odissey se convierte en todo un tributo, no solo a su saga, sino a la historia del videojuego como tal. Y es que, pese a contar con una estructura similar al susodicho, gestiona mejor su mundo, basándose en lo que la compañía diseñó veinte años atrás paraSuper Mario 64; observando el pasado, no como un error, sino como un punto del que partir.

Hasta el momento todos los títulos de Mario habían contado con un punto característico que los hacía destacar dentro de su tiempo y espacio. Ahí tenemos el disfraz de Tanooki en Super Mario Bros. 3, la posibilidad de montar en Yoshi de Super Mario World, el innovador A.C.U.A.C de Super Mario Sunshine… pero Odyssey quiere ir más allá y para eso contamos con la ayuda de Cappy, nuestro nuevo sombrero. Y es que gracias a él Mario no es solo el protagonista de su nueva obra, sino de su propio universo, ya que lanzar a Cappy nos permite «capturar las habilidades» de casi cualquier elemento que encontremos.

Podemos alzar el vuelo utilizando a un Goomba Volador o explorar los mares, sin morir en el intento, camuflándonos en las escamas de un Cheep-Cheep, por no hablar de la posibilidad de convertirnos en Chomp y derribar paredes con su fuerza. Estas son solo una pequeña muestra de lo que ofrece Super Mario Odyssey, que rompe con todo y nos ofrece un sistema repleto de libertades que se expande más allá de lo que a espacio se refiere. No puedo contar mucho más sin destripar la magia que conlleva la sorpresa de verlo en directo, pero hay un sinfín de variaciones a lo largo de todo el juego y cada una de ellas cambia, de forma notable, la manera de jugar. Cabe destacar que no es la única posibilidad que atañe a la apariencia del fontanero, porque tenemos a disposición un amplio arsenal de trajes que comprar y que, de nuevo, tendrán repercusiones en la forma en que se juega.

A esto se suma un mundo enorme y repleto de posibilidades. Es en este punto donde se denota el cuidado de sus desarrolladores para con el juego y donde más destaca ese tributo a Super Mario 64. Contamos con una extensa variedad de reinos que visitar, cada uno con sus propias características y funcionalidades que se traducen en un amplío abanico de formas de jugar. Todos ellos alojan un cierto número de monedas locales con las que obtener nuevas prendas de ropa y decoración exclusiva para nuestra Odyssey —la nave con la que viajaremos entre los diferentes reinos y que da título al juego— y una serie de EnergiLunas que harán las veces de Estrellas, desbloqueando nuevas posibilidades y mundos que visitar. Pese a mantener cierta similitud con las Semillas Kolog de la última entrega de Zelda, estas suelen requerir del uso del ingenio y, aunque podemos incluso comprarlas, el conseguirlas todas —contaremos con más de 800— estará solo al alcance de los más persistentes.

Estos elementos, por encima de Mario, Peach y Bowser, se convierten en el núcleo principal de la progresión del título. Necesitaremos un número determinado de ellas para avanzar entre mundos, de forma que será necesario investigarlos y exprimirlos todos. A su vez, estas serán la principal excusa para tenernos dando vueltas por el juego tras acabar con su argumento, aunque no se siente como un simple sistema de rejugabilidad, sino como una invitación a vivir una nueva aventura, repleta de nuevos retos y sorpresas por doquier.

Kenta Mokura, director del título, aseguró a la revista Edge que «querían recrear la sensación de sorpresa que conlleva el viaje» y es algo que logran gracias a la interfaz de su mapa, que nos revela información sobre el reino que visitamos y los habitantes que conviven en él —no con la explotada interfaz de códice, sino como un simple panfleto informativo. Es un detalle simple que revela lo justo y lo necesario, incluso con un toque de inacabado, pero que potencia la verdadera sensación de encontrarse en un constante viaje. Con esto nos veremos utilizando esta herramienta de forma constante. Eso sí, pese a estar configurada como una ayuda sustancial para hacernos con las preciadas EnergiLunas, puede convertirse a veces en un entorpecimiento por la poca exactitud con la que se representan.

Super Mario Odyssey también tiene mucho que decir en lo que a su apartado audiovisual se refiere, con un sistema gráfico brillante que hace uso de una paleta de colores vívida y completamente heterogénea gracias a las diferencias —totalmente notables— que existen entre cada reino. Sucede algo similar con su banda sonora, que consigue adaptarse a cada lugar con una naturalidad apabullante. Queda claro que Koji Kondo, el veterano compositor de la «Gran N», ha tenido en este título su ansiada oportunidad para dejarse llevar, adaptando cada una de sus piezas a la enorme variedad de lugares y situaciones que nos permite vivir la obra. Destacar, por supuesto, el único tema vocal del juego, Jump Up, Super Star (protagonizado por Kate Higgins) que adereza uno de los momentos más destacados de todo el título.

En definitiva, Super Mario Odyssey no es solo un tributo a la franquicia que representa, sino a toda la historia del videojuego. Una obra maestra que se adapta a la perfección a Switch y que llega con el ideal y la ambición de quedarse con el primer puesto dentro de la consola. Ofrece un sistema de juego abierto que no para de crecer según avanzamos por su universo, capaz de sorprender una y otra vez manteniendo un equilibrio perfecto entre su dificultad, la exploración y las mecánicas que ofrece. No es perfecto y contiene algunos problemas, como una cámara que no siempre ayuda todo lo que querríamos, pero resulta un título completamente imprescindible para cualquier persona que sienta una pizca de amor por este medio.