Spoiler

Spoiler VS Hype: la conquista del consumidor

Spoiler. Dícese de la acción de revelar una fracción importante de la trama de una historia antes de que la persona la vea por sí misma. En castellano se puede emplear el término “destripar” al hablar de este acto polémico, del cual no están exentos lo videojuegos. Largo y tendido se ha hablado de los límites del spoiler, de su beneficio o perjuicio y de la disruptiva que produce en un mundo hiperconectado y globalizado como el nuestro. El spoiler, acechando en las sombras de las redes sociales y los grupos de amistades, se lanza como arma arrojadiza en ese espacio entre la libertad de expresión y el respeto al prójimo. El debate de su existencia, de su permanencia en el tiempo y de los daños directos y colaterales está más vivo que nunca.

En mayor o menor medida, casi todos/as hemos experimentado los estropicios de un spoiler. La sensación de arrebatamiento, de negación del placer de verlo por uno mismo, recrean en la mente una ruptura desoladora. Aunque haya personas que incluso gozan de unos buenos destripamientos, la mayoría del público huye de ellos. Una suerte de emociones, como la ira, la frustración, el abandono y la desilusión, giran como ruedas de un mecanismo ante el agravio del spoiler. Es usual aplicar técnicas de silencio y reclusión para evitarlos, sobre todo en el estreno de producciones amplificadas por el hype (unas palabras medianamente equivalentes en nuestro idioma son “sobreexcitación” o “bombo”) y/o queridas por el público.

Los videojuegos, haciendo gala de diversos tipos de narrativa, no están exentos del mal, como he comentado. El ser humano, desde sus inicios, ha narrado aquello que le rodea, ajeno y propio. Narrar es esencial no solo para el conocimiento, sino para la herencia del mismo. Si bien de las historias universales y las estructuras que las fomentan nacen patrones, las decisiones alrededor de qué manera las expresamos revelan obras que salen de la caja (think outside of the box). Centrándonos en los videojuegos, parte de la comunidad incorpora al plantel de las protestas en contra de los spoilers el efecto de perder una parte de la experiencia inmersiva, una característica de la cual el videojuego es maestro.

Buscando un símil, sería algo parecido al conflicto generado por aquella pregunta metafísica sobre el devenir y la predicción del futuro, ante la cual el o la protagonista responde con seguridad: “Prefiero no saber mi futuro”. ¿Pero es realmente el spoilerun arruinador de libros, películas, series y videojuegos?Investigando sobre los destripamientos, la psicología tiene unas cuantas cosas que decir. La primera de ellas, sorprendentemente, es que el spoiler es positivo, ya que nos hace penetrar con mayor facilidad en una narración, haciendo per se que sea más placentero experimentar una historia habiendo visto o leído por adelantado los resultados que si no. ¿Por qué se da esta característica?

Sabemos que una historia demasiado predecible nos aburre y, por el contrario, descubrir por nosotros/as mismos/as algo por primera vez nos inhibe de plenitud, de ilusión. Nos engancha a continuar con el libro, la serie o el videojuego que tengamos entre manos. Pero cuando destapamos el hallazgo, la “maldición del saber” interviene. Así, a partir de ese instante, el sesgo cognitivo afecta a lo que anticipamos, percibimos, pensamos y hasta a los límites de nuestra imaginación. En efecto, “la maldición del saber” es un doble filo por el que penetramos más en la obra, pero que también gesticula presuposiciones y fija razonamientos que nos acotan. Es decir, construye prejuicios.

Por ese motivo, muchos autores/ras lo aprovechan para generar falsas expectativas y producir los giros argumentales. A pesar de que creamos que los giros argumentales suscitan deleite por la sorpresa, en realidad lo hacen por la revelación de los anteriores acontecimientos bajo la luz de otro prisma. Ampliando la perspectiva, se refuerzan las emociones positivas y se hilan lecturas nuevas, profundas e impactantes. Por tanto, abrazar el spoiler tiene connotaciones positivas, puesto que, al conocer el giro de antemano, puede parecer que la obra es más coherente y amena. Eso sí, siempre que ese sea nuestro deseo. En caso contrario, la decepción y el enfado habrán sido provocados, en gran parte, por la irrespetuosidad e invasión no pedida de otros sujetos. Eso condicionará inevitablemente el estado emocional con el que abordemos la obra.

En la misma línea, el hype (del término “hyperbole”, traducido como “expectación”, “sobreexpectación” o “hiperexpectación), es una herramienta usada habitualmente en la mercadotecnia o márquetin. Invariablemente, en los videojuegos también está presente, y las compañías de videojuegos se emplean con mayor o menor energía, y con más o menos atino, dicho sea de paso, en generar esa expectación. La explotación de las emociones ha generado un nuevo concepto de publicidad, uno que involucra al usuario, en primer término, y a la comunidad, en segundo. Para ello, operan mediante una paleta básica de emociones – alegría, tristeza, asco, sorpresa, miedo e ira-, desde la cual encumbran una necesidad afectiva en relación al producto o servicio. Contrariamente a lo que pueda parecer, en ocasiones el hype, individual o colectivo, se pasa de rosca, degenerando en la decepción. Notorios son los casos de títulos que han pasado a la historia del videojuego por la catastrófica caída en su lanzamiento debido a las altas expectativas, y no por la obra en sí misma.

Revisando los elementos hasta ahora, es fácil percibir que el spoiler es el enemigo natural del hype. Al aplicar los destripamientos, el deseo de los/las consumidores/ras desvaloriza la campaña de “emoción exagerada” del hype y, ergo, disminuye la urgencia por comprar. Una vez más, puntualizo que este fenómeno se da siempre y cuando el spoiler no sea otra estrategia como parte de la mencionada campaña de márquetin, parecido a lo que los/las autores/ras hacen con los giros argumentales. Puede incluso darse el caso extremo de que el/la jugador/ra abandone por completo la obra entre tanto tejemaneje de spoilers y hype. Por tanto, un hype desmedido, un spoiler a destiempo y/o no pedido o un empleo desmañado de la metodología de la promoción de un juego, pueden apagar la llama del amor.

Spoilers deleitables, hypes descorazonadores. ¿El mundo al revés? No tanto. El terreno de las emociones, aunque voluble, responde a estímulos. El ejemplo es que, retomando el destripe, a pesar de que sepamos con seguridad qué va a suceder, las personas reaccionamos a los instantes cruciales de la obra con tristeza, sorpresa o alegría. Y ese es el resultado al que llegó Jonathan Levitt y Nicholas Christenfeld en la investigación llevada a cabo en la Universidad de California en San Diego. No pocos somos los que hemos llorado al ver una película dramática por segunda o tercera vez con la misma intensidad. Es más, cuando un giro del argumento es excesivamente inesperado, el público puede reaccionar con indignación al haber roto drásticamente sus esquemas.

Es preciso señalar en este punto que el spoiler y el hype no se originan por esporas, de ahí que como profesionales, consumidores y propagadores debemos aceptar que también está en nuestras manos fomentar una comunidad sana y respetuosa. A menudo, emplear tácticas para impedir que otros/as distingan un destripamiento no es suficiente, puesto que las redes son muy amplias y están llenas de horrores. Si tú has querido ver o jugar una obra sin spoilers, otras personas merecen tener esa opción. Del mismo modo, escoger entre regocijarse o no con el tremendo hype de un lanzamiento es una cuestión vital propia.

En relación a esto, es factible compartir apreciaciones de las obras, pero siempre con el miramiento de cómo y dónde lo hacemos. Puede que las redes no sean del todo una buena idea, a juzgar por el rápido y constante movimiento de la información al alcance de cualquiera. Ante la duda de cuáles son los límites de un spoiler, debemos empatizar con nuestros congéneres y apreciar que cualquier obra es susceptible de ello. Pensamos que la inmediatez al consumir tiene que ser la norma, cuando, a decir verdad, hasta hace poco era la excepción.

Muchos usuarios/as se decantan por saborear obras años después, igual que hay otras personas que han tenido acceso a un videojuego tiempo más tarde. Castigar a quienes por cualquier causa no han leído una saga literaria indispensable o jugado a ese título del año, según el parecer de una cierta mayoría, es un acto a revisar por todos/as. En general, es mejor prevenir que curar, como dice el refrán. Así que, en opinión de una servidora, dejemos que el tiempo solo sea una medida donde anclamos recuerdos, y no una presión añadida al goce de la cultura.

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