La industria de los videojuegos está colmándose de joyas en casi todos los campos. Desde títulos independientes hasta superproducciones, 2019 va a quedar marcado como un año récord, no solo por la cantidad sino por la calidad de éstos. Podremos disfrutar de aventuras terroríficas en una ciudad moribunda de Estados Unidos, combatir una plaga de demonios, echar un vistazo a la Francia de la Inquisición y la peste negra o, tal vez, irnos a un Japón feudal encarnando a un shinobi con brazo mecánico. La variedad es certera y puede satisfacer a casi todos los paladares. Pero hoy me toca hablar del hermano pequeño, aquel que prometía mucho y llegó a poco. Ese título pintado de rosa (no, no el copia-pega de Ubisoft) que pretendía sacar su lado más macarra para hacernos disfrutar a carcajadas de su excéntrica puesta en escena y que quedó relegado a un mero “quiero y no puedo”. Estoy hablando, evidentemente, de Rage 2.
Antes de continuar, debo decir que no es un mal videojuego. Quiero que quede claro antes de que cojáis las antorchas y me prendáis fuego. El principal problema de Rage 2 es su propia inspiración y el año de lanzamiento. Si este título hubiese salido a principios de década, quizás otro gallo cantaría, pero estamos en una época precedida de auténticas obras maestras videojuguiles que revolucionaron la manera de desarrollar mundos abiertos. Hablo, como no, de auténticos titanes como The Witcher 3, Red Dead Redemption 2 u Horizon Zero Dawn entre otros. Estos títulos tienen en común una arquitectura de mundo consecuente con lo que se nos está narrando. En ellos, los personajes van desarrollándose en ecosistemas que reaccionan a sus decisiones. En The Witcher 3, el alcance es tal que por meras decisiones, no obvias precisamente, podemos acabar con la vida de una aldea entera, de un grupo de niños o matar sin quererlo a personajes importantes. El salvaje oeste de Red Dead Redemption 2es tan vasto que seremos juzgados por nuestras acciones y podremos resolver las situaciones de muchas maneras distintas. Incluso en Horizon Zero Dawn, Aloy va conociendo a gente que más tarde le ayudará en un futuro si hemos realizado previamente sus misiones secundarias.
Puede parecer injusto pedirle lo mismo a Rage 2 que a los títulos anteriormente mencionados, porque ID Software y Avalanche Studios no tenían en mente un sistema tan complejo para desarrollar su aventura. Sin embargo, hablamos de un mundo abierto que sigue la misma estructura de títulos bastante viejos cuya trama principal es el único aliciente para ir descubriendo nuevas zonas, renegando casi por completo de la sensación de exploración más allá de los lugares que se nos marcan. Este es el problema principal de Rage 2, no hay ninguna razón para perderse por los distintos biomas. No nos encontraremos con tramas secundarias interesantes, personajes memorables o interacción alguna con el mundo, sólo una trillada narración de malos a los que disparar y sitios que visitar para mejorar a nuestro personaje. Estos aspectos son fundamentales en el desarrollo de los mundos abiertos contemporáneos, y Rage 2 lo hace de muy mala manera. Tras una fuerte introducción en la que se nos presenta a los distintos personajes y el objetivo a cumplir para derrotar al villano de turno, el juego se abre y nos deja campar completamente a nuestras anchas. Si esperáis alguna sorpresa narrativa, estáis muy equivocados, ya que la historia nos llevará a finalizar el llamado Proyecto Daga, un plan secreto para erradicar al enemigo, completando misiones que nos den los 3 dirigentes. Tras acabarlas habrá una batalla final y… Fin.
En consecuencia con lo anteriormente dicho, el juego presenta un mapeado increíblemente vacío. Se podría entender que los paisajes desolados son debidos al aire postapocalíptico que se respira. No obstante, no es el mayor de sus problemas. Los lugares que visitamos estarán plagados de NPC genéricos, muchos de los cuales ni siquiera interactúan contigo. Otros simplemente te dan un poco de conversación para pedirte que completes una misión para ellos. Apenas hay explicación del mundo y los personajes no podrían ser más clónicos, sin rutina ni vida más allá que la de darte la chapa cuando pasas por delante. Algo que sí destaca (porque si no parecería que no hay nada destacable, cuando no es verdad) es el propio diseño de escenarios. Los lugares cerrados son el punto fuerte de Rage 2, y están impregnados de pinturas, elementos decorativos y zonas derruidas que encajan a la perfección con el ambiente desenfadado del juego. Estas zonas más cerradas nos recordarán a otros títulos de la compañía como Doom o Wolfenstein, puesto que el sistema de disparos está desarrollado por la propia ID Software y la sensación es muy parecida a los títulos mencionados, pero con más finura en el sistema.
Como ya he mencionado, no hay ningún tipo de aliciente para explorar el mapa más allá de la propia voluntad del jugador, salvo, quizás, uno en especial. A lo largo de los biomas podremos completar diferentes localizaciones entre las que destaca acabar con destacamentos de bandidos, levantar bloqueos de carretera, eliminar con centinelas de la Autoridad (el enemigo principal) o destruir larvas de una especie de insectos, principalmente. No obstante, hay una serie de localizaciones que sí valdrán la pena ir a explorar: las arcas. Éstas ofrecen poderes y armamento nuevos que nos facilitarán mucho la vida como la magnífica escopeta. Es una lástima que la única manera de obtener estas nuevas habilidades sea mediante zonas completamente opcionales. Por lo tanto, es perfectamente posible completar el juego con las armas y poderes que te otorgan al principio, algo a lo que tampoco ayuda su nula dificultad. El único reto está en el nivel más alto, el cual recomiendo encarecidamente, para aportar un poco más de cabeza a la hora de asaltar los campamentos. En ciertas ocasiones deberemos enfrentarnos a unos pequeños jefes secretos que nos darán un poco más de guerra, aunque nada en especial.
Ciertamente, la estructura del juego deja bastante que desear. Con la variedad de armas y poderes existentes que hay, en ningún momento tendremos la necesidad de ir combinándolos y dependerá completamente del jugador el querer aprovechar al máximo todo el arsenal disponible. Es muy fácil utilizar siempre los mismos elementos, cayendo aún más en la monotonía que ya de por sí tiene Rage 2. Esto es aplicable también a los vehículos, de los que tendremos un amplio abanico, aunque, no obstante, el único que podremos mejorar será nuestro Fénix.
Si acabara el análisis aquí sería evidente decir que este título no me ha gustado apenas y la realidad es todo lo contrario. Rage 2me ha gustado a pesar de las carencias explicadas, y esto se debe casi por completo a su sistema de disparo. ID Software demuestra una vez más una maestría a la hora de crear FPS y denota frenetismo y visceralidad donde los haya. Matar bandidos, larvas, mutantes o lo que sea es tremendamente divertido y siempre estás deseando que haya más objetivos a los que disparar. Además, a medida que vayamos mejorando a nuestro personaje mediante un sistema de progresión compuesto por los proyectos de los dirigentes del Proyecto Daga o la personalización de las armas, este se irá haciendo notablemente más fuerte y con más trucos como devolver granadas que nos lancen, levitar uno segundos o recargar más rápido si despedazamos adversarios.
El mundo abierto, pese a su vacuidad, denota una paleta de colores cálidos y hermosos complementados a la perfección con un sistema de iluminación que ornamenta unos escenarios preciosistas que destacan en especial por la enorme calidad gráfica que Avalanche Studios e ID Software han implementado en el título. La estabilidad en la tasa de imágenes por segundo, incluso en el vasto mapeado, es digna de admiración, ya que, aún jugándolo en un PC inferior al recomendado, he podido disfrutarlo en ultra sin apenas caídas; todo un prodigio del que deberían aprender más compañías (aunque, eso sí, no nos salvaremos de ciertos bugs, como aparecer debajo del escenario o los problemas con el sonido que nos impedirá escuchar líneas de diálogo o se reproducirán a destiempo). Otro elemento que no me ha desagradado es el sistema de conducción que en otros análisis se tildaba de terrible. No es el mejor, pero desde luego una vez te hagas a él no tendrás problemas en recorrer los distintos biomas, participar en carreras o destruir a un objetivo motorizado que se desplaza por los distintos mapas (este es el único elemento de dificultad que tiene Rage 2).
Como conclusión, Rage 2 ha tenido el grave error de salir a destiempo. Si éste titulo hubiese sido lanzado en 2010, quizás no recibiría tanta crítica, pero las innumerables mejoras habidas desde aquella época tienden a elevar el listón de las exigencias. Sencillamente, es un intento de Borderlands 2 sin el carisma de éste por la falta de personajes, misiones y la locura que constituyen el título de Gearbox. Ello no quiere decir que no sea disfrutable. A veces, uno simplemente quiere alejarse de las historias profundas, de los largos mundos abiertos llenos de cosas por hacer y centrarse más en la acción y, en eso, puedo asegurar que Rage 2 cumple a la perfección. Disfrutarás mucho las partes del acribillamiento desmesurado y dedicarás la mayor parte del tiempo a ver cómo destruir las oleadas de enemigos. Lástima que el componente de apertura del mapeado no haya acompañado al magnífico gunplay, pero a algo tendremos que disparar mientras esperamos el regreso del titán del género.