Todos hemos tenido un trabajo soñado desde la infancia. Están los que querían ser profesores, bomberos o los que ya desde pequeños intentaban manejar el látigo para ser grandes arqueólogos como Indy. No faltan, por supuesto, aquellos que soñaban con construir un enorme rascacielos. Para cumplir éste sueño, lejos de la realidad, desde SomaSim nos presentan Project Highrise junto a su primera expansión: Las Vegas.
El punto más importante del título que nos ocupa es la verticalidad. Y es que nuestra prioridad en Project Highrise será hacer de nuestro edificio un lugar cada vez más idóneo para la vida de nuestros inquilinos, y eso incluye convertirlo en el rascacielos más alto del lugar. Para esto se nos permitirá abrazar el cielo construyendo un total de cuarenta pisos sobre el suelo y veinte más en forma de sótanos, eso si no compramos más terreno para expandirlo — presionando a la comisión pertinente para ello. Como resultará lógico, un rascacielos no es nada sin gente que lo habite, por ello tendremos la posibilidad de construir todo tipo de locales, ya sean viviendas, oficinas, restaurantes o tiendas.
SomaSim reinventa el significado de ‘gestión’ en los videojuegos y lo enmarca en forma de reto. Cada inquilino tendrá sus necesidades, desde las más básicas —como tener acceso a la red eléctrica o al agua potable— hasta algunas propias de las clases más altas, como encontrarse en pisos superiores, contar con servicio o tener acceso a restaurantes de lujo. Junto a esto, el juego nos ofrece la posibilidad de aceptar diversos contratos que hacen las veces de misiones secundarias; conseguir a cierto número de inquilinos, obtener un alquiler total mínimo al día o construir domicilios para tantas personas como se nos indique. Los contratos hacen las veces de componentes estratégicos para orientar el crecimiento del edificio; ¿qué harás primero, alquilar oficinas caras para aumentar las ganancias o construir domicilios para subir el número de habitantes?
Project Highrise sabe cómo jugar con sus elementos de gestión y estrategia, lo que hace de sus mecánicas (que resultan un tanto básicas y repetitivas por sí solas) un sistema más entretenido y variado. Los clientes tienen un nivel de satisfacción que muta según los cambios que se realicen en el edificio, y si baja demasiado acabarán abandonando sus viviendas. Así, jugando con los elementos mencionados anteriormente, deberemos prestar especial atención a las necesidades de cada tipo de local y sus peticiones. Quizás los trabajadores de una oficina no se encuentren a gusto porque el servicio de copistería se ha quedado demasiado pequeño, o puede que una familia decida mudarse porque los restaurantes cercanos hacen demasiado ruido. Por suerte, el cumplir las expectativas de estos individuos nos compensará con puntos de influencia e interés, que nos permitirán realizar diferentes campañas mediáticas para aumentar la visibilidad y reconocimiento de nuestra obra y para poder construir cada vez locales más lujosos y diferentes comodidades.
Aquí entra — para romper las monótonas mecánicas— Las Vegas, la primera expansión del juego. Este DLC añade la posibilidad de construir hoteles junto a un buen puñado de nuevos servicios y edificaciones, como casinos o salas de conciertos, a las que podremos invitar a grandes músicos o cómicos para atraer a nuevos residentes. El principal aliciente del nuevo contenido es, como ya he dicho, el cambio en las mecánicas. Y es que, a diferencia de los pagos diarios que se reciben por el alquiler, los hoteles reciben dinero cada vez que un huésped abandona la habitación. Esto garantiza unas ganancias extra durante la partida y permite agilizar los procesos —eliminando la carga que supone esperar a que pase un día entero para poder recibir dinero y seguir con tareas pertinentes— de forma que la jugabilidad resulte más amena. Por otro lado, la simulación del hotel se ha realizado con gran acierto, permitiendo incluir hasta centros de conferencia para grandes empresas o recepciones de alto nivel para los clientes más exigentes.
Su innovación resulta un buen apoyo para el título base, en especial para aquellos que hayan invertido horas ya en el juego. Sus añadidos, aunque no alcanzan el tamaño de la entrega original, son más que sustanciales y las nuevas opciones resultan refrescantes y atrayentes. Aunque en términos generales el juego gana mucho con su contenido descargable, también tiene sus ‘peros’. El principal es que se pierde, en parte, el sistema de satisfacción de los clientes, que pueden mostrar su desagrado con el hotel, pero sin ofrecer soluciones aparentes —a diferencia del juego base, que presenta todo tipo de servicios para compensar las necesidades de la clientela. Por otro lado nos encontramos con que, como podréis haber deducido por los párrafos superiores, para edificar un hotel es estrictamente necesario ser propietarios de un edificio próspero. La posibilidad de construirlo se encuentra disponible desde el primer momento del juego, pero la inmensa mayoría de sus elementos requieren de un prestigio alto (obtenible gracias a las mejoras y ganancias del edificio), sin tener en cuenta que solo conseguiremos atraer visitantes al hotel cuando hayamos alcanzado cierta fama.
Project Highrise, por lo general, se asemeja más una carrera de fondo que un sprint. Sigue el sistema clásico de cualquier juego del estilo; es necesario edificar poco a poco, ser paciente y ganar fama gracias a la persistencia. Por desgracia su función de avanzar el tiempo resulta poco efectiva y hace que el juego resulte demasiado monótono, aunque se ve compensado en muchas ocasiones por los contratos y ciertos eventos temporales que afectan al jugador, reduciendo los costes o aumentando el número de visitantes. Su primera expansión, Las Vegas, añade contenido muy resultón y hace del título algo más ameno y divertido en conjunción con la enormecantidad de posibilidades que ofrece su juego base. Aquellos que tengan cierta experiencia con este tipo de juegos encontrarán un pequeño tesoro en Project Highrise, aunque puede resultar un mundo para aquéllos jugadores que se inicien en el género —problema que no mitiga su escasa ayuda y sus cortos tutoriales. Pero, citando a Ludwig Mies, «la arquitectura comienza cuando cuidadosamente pones dos ladrillos juntos». Solo es cuestión de tiempo y dedicación el construir un edificio de fama y prestigio.