En los últimos años se ha hablado mucho sobre un tema:videojuegos y narrativa. A medida que el medio ha ido avanzando, tanto los creadores como el público han comenzado a preocuparse más por la unión de estos dos elementos. Algunos creativos han optado por dibujar una línea muy clara entre ambos, separando el acto de jugar del de presenciar una historia con barreras completamente rígidas. Otros se han dado cuenta de que estos conceptos no son como el agua y el aceite. Esto nos ha dado títulos que buscan convertir esta mezcla en algo completamente homogéneo. Si me preguntasen por un solo juego que haya conseguido enlazar ambos territorios de la manera más magistral posible, me vería obligado a hablar de What Remains of Edith Finch. Y, bueno, a eso vengo.
What Remains of Edith Finch es el nuevo título de Giant Sparrow. Este estudio es uno de los más prometedores de la escena indie, contando en su breve palmarés con The Unfinished Swan. Puede que este no suene a muchos, pues no llegó a un gran público, pero se trata de una obra que consigue crear una mezcla de conceptos completamente atrapante, algo que parece ser una seña de identidad de este joven equipo. En el título que nos ocupa hoy la preocupación principal de estos diseñadores es cómo unir el apartado jugable con varias historias. Esto lo hacen, en mayor o menor medida, entrelazando mecánicas con el guión de estas viñetas.
Hilando estos dos conceptos, What Remains of Edith Finchcrea un estado completamente opuesto a la ya machacada «disonancia ludonarrativa». En vez de toparnos con un juego que trata su jugabilidad como algo que no encaja con lo que quiere contar —o que simplemente es inconsecuente con ello—, aquí veremos cómo estos dos elementos se convierten en una mezcla perfecta. El gran mérito de What Remains of Edith Finch es precisamente este, el casar dos apartados de tal manera que el resultado sea una simbiosis total, ciertamente, esto es algo difícil de alcanzar. Otorgar a los escenarios lúdicos una connotación narrativa requiere una gran maestría de ambos apartados. El título de Giant Sparrow usa un marco ideal para comenzar esta aventura. Para esto, se valdrán de marcos narrativos individuales, con temáticas distintas que serán contados por personajes de lo más variopintos.
Las pequeñas viñetas interactivas que encontraremos en este juego nos dejarán observar las tragedias que asolaron a una familia: los Finch. Además de permitirnos ser parte de los puntos más bajos asociados a este apellido, estos recuerdos plantearán elementos mecánicos muy distintos para el jugador. Ninguno de estos sucesos se controla igual, pues las historias relatadas son muy variadas. Giant Sparrow quiere relatárnoslas de varias maneras distintas: veremos texto flotante, oiremos voces, leeremos cartas e interactuaremos con las historias. Eso sí, siempre ejecutando acciones únicas y exclusivas de estas. Cabe destacar que crear controles y mecánicas exclusivos para cada momento no es moco de pavo, y menos cuando estos tienen que contarnos y transmitirnos algo. ¡Y vaya que si transmiten!
Uno de los mejores ejemplos de todo lo que estoy diciendo —y, personalmente, mi momento favorito del juego— es el relato de la fábrica de conservas. En esta, nos ponemos en la piel de un joven que vive en dos realidades. Una es su vida en el mundo terrenal, trabajando en una fábrica, haciendo algo meramente mecánico. Por otro lado, su alter ego está comenzando una gran aventura. Obviamente, la segunda es imaginaria, pero poco a poco irá consumiendo la realidad de este chico.
La creatividad de Giant Sparrow brilla en estas memorias. Por un lado, deberemos cortar pescado: es el trabajo de este chico, y lo que hace para subsistir. Como contrapartida, también será deber del jugador el avanzar en la apasionante historia que tiene lugar en su cabeza. Mecánicamente, este segmento no tendría ningún tipo de sentido o valor sin su narrativa.Argumentalmente, no sería más que un mero relato de no ser por cómo se juega. Esta énfasis en la unión de dos aspectos que muchos consideran separados perdería todo su valor sin un hilo conductor permanente: los temas que trata el juego.
Más allá del argumento de estas visiones, What Remains of Edith Finch busca que profundicemos en el legado de una familia desgraciada. Sí, las tramas de los personajes tienen su aquel, pero el todo es más importante. Si nos fijamos en el cuaderno que tenemos, veremos un árbol genealógico que iremos rellenando poco a poco. Este no solo representa una familia, sino una unión temática. Algo que hace que estos escenarios sean más que minijuegos narrativos.
Cuando terminé el juego, no pude evitar pensar en dos cosas. La primera, cuán orgánica era una familia presentada únicamente a través de pequeños cortos —la mayoría de ellos con tintes fantásticos— aparentemente independientes entre sí. La segunda, la manera en la que estos, pese a su apariencia, estaban unidos.Como el mismo árbol que estamos rellenando, todas las historias parten de un mismo lugar, siguen una ruta y llegan a un fin. Pese a lo hermético en aspecto de estas, podemos darnos cuenta cómo todos estos sucesos fueron afectando a los miembros de la desdichada dinastía.
What Remains of Edith Finch nos trae un conjunto muy redondo. Haciendo uso de un diseño inteligente, la maravillosa conexión entre jugabilidad y narrativa potencia la experiencia y hace que todo momento sea tan impactante como fresco para el jugador. Es, sin duda alguna, uno de los mejores juegos del año y otra prueba más de que el desarrollo indie es uno de los caminos para hacer que el medio avance.
Pero, al final, ¿qué nos queda de Edith Finch? Sus memorias, de las que seremos partícipes.