Legrand Legacy

Legrand Legacy: Tale of the Fatebounds, la historia tristemente interminable

Recibo con los brazos abiertos la llegada de títulos independientes a cualquier plataforma, pero en especial el aterrizaje de juegos de rol en Nintendo Switch. Primero, porque fue uno de los géneros que me inició y no es tan corriente hallarlos por turnos en el presente, segundo, porque la híbrida enriquece su catálogo a pasos gigantescos, y, tercero, porque no es un secreto que los estudios y títulos indies me embelesan. QueLegrand Legacy: Tale of the Fatebounds tuviese el valor de lucirse en la plataforma era una noticia para celebrar. Digo “era”, puesto que no puedo pasar por falto los múltiples fallos que empañan una experiencia de juego a la altura.

Damos comienzo a la aventura con Finn, el protagonista, bajo unos patrones básicos y manidos del género. Eso significa que en la pantalla se despliegan personajes arquetípicos e insípidos, mecánicas calcadas a títulos con repercusión y larga trayectoria en los videojuegos y una historia que bien podría ser la de cualquier otro juego del estilo con solo cambiar los nombres de ciudades e individuos. Aclaro que esto no es del todo negativo, ya que mantenerlo ayuda a situar a recién llegados. Además, como bien expuso SEMISOFT, desarrolladora de Legrand Legacy: Tale of the Fatebounds, este era su peculiar estilo de conmemorar a los pesos pesados del género. Un efecto que, al final, parece que se le ha ido de las manos a la compañía y solo resta en la solidez del proyecto. Es por eso que las bellas ilustraciones de los personajes compensan un poco sus diálogos, que pronto adormecen, y el vacío de su existencia en la narración.

Aún así, donde sí pierden sin enmienda posible es en sus diseños en 3D. Mientras que los gráficos como fondos y avatares exhiben un estilo diferenciador y bello, el modelado de los sujetos se queda a años luz. Veremos una y otra vez los mismos NPC en escenarios estáticos y limitados, la profundidad se perderá entre el personaje en 3D y los escenarios en 2D, no entenderemos si lo que cae como un elemento sólido es pelo o una columna y los (repetitivos) enemigos provocarán terribles pesadillas. A pesar de ello, al final podrían ser minucias en un desarrollo tan extenso como el de un juego de rol. Pero lo verdaderamente imperdonable es admirar fondos de ciudades con tan baja resolución que se pixela en la pantalla de Nintendo Switch, porque, debido a otras correcciones pendientes, es casi imposible jugar a Legrand Legacy: Tale of the Fatebounds con la consola conectada a un televisor.

El título en sí es compatible con prescindir del modo portátil de la híbrida, claro, pero el penalizador es que el ajuste entre clicar el botón y que el juego reaccione tiene un retraso significativo jugando a distancia, lo cual incapacita para usar nuestro televisor si queremos ganar las batallas. Porque encima Legrand Legacy: Tale of the Fatebounds adopta el sistema de combate al estilo de The Legend of Dragoon, lo que viene a significar que nuestra destreza apretando un botón u otro, en la zona indicada del círculo y en el tiempo establecido, equivale a si el ataque básico, el especial, la defensa o la magia es un éxito o no, y qué daño infringirá. En la misma línea, las cargas de los combates están entre los 15 y 30 segundos de espera hasta su inicio. Aunque podemos escoger entrar en la lucha o no, ya que los enemigos aparecen como espíritus negros en el mapa, es un lastre enorme en un título de rol por turnos.

Dado que acertar en esas condiciones ya resta en la naturaleza del título y no parece tener sentido en el sistema de combate escogido para el título, lo deseable es jugar en modo portátil. Pero la mencionada solución sería útil si la optimización tolerará una diversión que no estuviese encorsetada por las dos horas o dos horas y media que tiene de límite. En efecto, ese es el tiempo máximo en que a la consola se le agota la batería jugando a Legrand Legacy: Tale of the Fatebounds en modo portátil. Llegados aquí, la plataforma pedirá a gritos una recarga o se apagará. Por consiguiente, es insuficiente a todas luces si queremos llevarnos la plataforma de viaje o aprovechar los fines de semana para avanzar con brío.

Tras superar esas trabas, después puede que la jornada acabe abruptamente a causa de fallos catastróficos que SEMISOFT sigue intentando corregir a marchas forzadas. Antes de lanzar el título al mercado, la desarrolladora ya preparó dos actualizaciones que supuestamente solucionaban al menos uno de los bugscomunes: la corrupción sin reparación del guardado de la partida. Tras instalar los parches, las dos partidas que he jugado a Legrand Legacy: Tale of the Fatebounds han adolecido de idéntica muerte en diferentes puntos del juego. En la más adelantada perdí casi ocho horas, mientras que en la primera fue una hora. Asimismo, los personajes aparecen y desaparecen de la pantalla, el sistema de combate invalida acciones exitosas, algunas caídas de framerate bloquean el título de tal manera que solo queda reiniciar, hay eventos automáticos de la historia que nunca se producen…

Aún así, escuetos vídeos sacan un buen partido a la consola y evidencian que la desarrolladora puede hacerlo muy bien. Lamentablemente, tanto en ellos como en el resto del título, la banda sonora y los efectos de audio no inspiran a calmar la atmósfera asfixiante y frustrante del juego. Al contrario, al cabo de unas horas se harán monótonas y es posible que optemos por bajar el sonido hasta cambiar de zona. La excepción a la norma son dos o tres temas que desprenderán la epicidad y la fuerza orquestal que los demás no, con voces que nos seducirán a unirnos al grupo de Legrand Legacy: Tale of the Fatebounds. En la misma línea, es de recibo avisar de que el juego no ha sido traducido a nuestro idioma, pero cuenta con inglés asequible para casi todos los niveles.

Como colofón a la experiencia, el título detenta dos sistemas de combate estratégicos: el de los enfrentamientos por turnos (con el sistema de eventos mencionado) contra monstruos, donde situaremos a los personajes en casillas, y el que se vive en las batallas de conquista en el tablero de guerra, exclusivo de puntos determinados en la historia. Ambos se complementan mejor de lo esperado e integran el argumento a la perfección, convirtiéndose en un aderezo en largos periodos de diálogos o poblaciones. En cambio, los tutoriales que sirven para aclarar el funcionamiento de éstos no son todo lo amenos, concisos y equilibrados de lo que deberían ser a lo largo del juego; mientras que en unas fases son desmesurados en otros ni aparecen, resultando en una herramienta que no socorre ni a expertos ni a nóveles.

Legrand Legacy: Tale of the Fatebounds es, entonces, una promesa y una esperanza que aún ha de medrar en las manos de SEMISOFT. Pero la raíz augura un futuro halagüeño si se aprende de lo errado y podemos acabar la partida.