Cuando hablamos de Nippon Ichi Software, normalmente se nos viene a la cabeza la saga Disgaea; rol y estrategia en estado puro que, pese a su apariencia desenfadada, está cargada de contenido político, corrupción, venganza y humor a partes iguales. No obstante, esta compañía con sede en la región de Gifu ha gestado desde su nacimiento muchos otros títulos, abarcando acertadamente el género de terror con las dos entregas de Yomawari y experimentando con otros tantos como la acción y aventura. Ahora, han querido poner sus miras en la exploración de mazmorras y los combates por turnos con Labyrinth of Refrain: Coven of Dusk, una obra que fomenta el autodescubrimiento y el mirar más allá de lo que uno ve.
Porque al ser humano siempre le ha gustado eso de aventurarse en terreno desconocido y explorar aquello que capta su atención, aunque eso suponga poner en riesgo la vida de este. Pueden ser nuevos mundos, otras realidades paralelas e incluso recorrer los lugares más oníricos. ¿Pero qué pasaría si ese lugar tomase la forma de un laberinto cuya particularidad residiese en que las personas tienen vetado su acceso? Que descartaríamos casi por completo la participación homínida en el devenir de los hechos.
Vale, puede que no tengamos a los cuatro guerreros de la luz, pero sí a una bruja llamada Dronya que, no falta de ingenio e irreverencia, no tiene reparos en encargar las tareas más peligrosas a un libro en lugar de ensuciarse las manos. Pero no un cuaderno cualquiera, sino uno con propiedades mágicas y un alma en su haber (el equivalente a un nexo para con el jugador), que bajo el nombre de Tractarus de Monstrum es capaz de convocar marionetas inmunes a muchos de los peligros que guarecen el laberinto. Sí, los monstruos son los principales elementos a batir, pero también lo es una sustancia fétida y perjudicial, el miasma mágico, que mata a cualquier ser humano que decida sumergirse en el mismo.
Con todos estos ingredientes que recogen lo mejor de las fábulas de los hermanos Grimm comienza una aventura que, pese a su apariencia hermosa y desenfadada (¿alguien ha nombrado a Disgaea?), contrasta enormemente con lo que se narra, ya que todo cuanto acontece dentro de las fauces del laberinto y la propia ciudad que la cobija, Refrain, derrocha sospecha y conspiración por los cuatro costados. Tanto es así que la violencia más virulenta, los abusos de poder y la oscuridad del ser humano son una constante. Incluso la propia Dronya no es una heroína al uso, pues su posición de bruja la hace parecer un personaje cruel y déspota que disfruta haciendo miserable a los demás. Ella misma lo reconoce, sabe que es una antiheroína, y eso es lo que la hace atractiva. Pero también esconde un atisbo de humanidad que se exterioriza cuando la oscuridad del mundo se hace más manifiesta.
Una oscuridad que está todavía más presente cuando nuestras aguerridas marionetas se adentran en el laberinto. Explorarlo de cabo a rabo a las primeras de cambio sería un intento fútil si nos proponemos descubrir todos sus secretos. No estamos preparados para ello, ni tampoco tras unas pocas horas. De modo que desandar el camino no se contempla como un fracaso, sino como una oportunidad de recuperar fuerzas y volver más poderosos si cabe. Incluso perder a la vanguardia aliada no significa el fin de la partida, lejos de querer parecer crueles, todos los miembros del equipo son reemplazables. En el peor de los casos, un camarada malogrado supone engendrar uno nuevo, más fuerte y capacitado, y con otras virtudes que lo hagan valedor en el campo de batalla.
Porque los monstruos nacidos de las mentes más tenebrosas de todo el mundo no van a ponernos las cosas fáciles. Por ende, un buen sistema de clases puede suponer la diferencia entre la victoria y la derrota, y Labyrinth of Refrain: Coven of Dusk cumple con nota en ese aspecto. Tanto que pasaremos muchísimas horas personalizando y buscando las combinaciones más poderosas a medida que descendemos en esta suerte de infierno laberíntico. Por suerte, la exploración se hace placentera, contando inclusive con todas las idas y venidas, que no serán pocas. Y esa exploración se ve enormemente recompensada a medida que adquirimos habilidades que nos permiten acelerar el proceso de las cosas.
Por muchos es sabido que la saga Etrian Odyssey es uno de los principales referentes en esto de los dungeon crawler. Mas si exceptuamos sus últimas iteraciones, nos encontramos con unos juegos que quizás pecan de ser demasiado exigentes para el público más ocasional. Obras con una jugabilidad espartana que no se prestan a hacer demasiadas concesiones, sobre todo cuando las mazmorras más laberínticas y los monstruos que las guarecen toman el protagonismo. Si bien, consiguen encandilar a los amantes más acérrimos del género gracias a las extensas opciones de personalización que presentan sus personajes, amén de un sistema de combate profundo como él solo.
Puede que este Labyrinth of Refrain: Coven of Dusk no vaya a convertirse en el principal adalid del género, pero sí en la oportunidad perfecta para que nuevos jugadores se sientan cómodos gracias a una curva de progresión amable y que tampoco tiene reparos en introducir nuevas e interesantes mecánicas que van enriqueciendo el desarrollo de la aventura. Por lo tanto, también se trata de una alternativa para los jugones más experimentados y un buen intento por parte de una Nippon Ichi Software que abraza la vieja escuela.