Kirby es atemporal. Desde su nacimiento el 1992 nos ha dado infinitas alegrías y ha dado pie a que varias generaciones se acercasen a los videojuegos. Su símbolo es universal: una bolita rosa incansable, enérgica y sobre todo hambrienta. Hablar de Kirby es hacerlo de un clásico y, ante todo, de un juego cálido y familiar como solo Nintendo ha conseguido hacer a lo largo de su historia.
Pero los tiempos cambian y Kirby ha evolucionado en cada uno de ellos. Su último título, Kirby Battle Royale, desarrollado por HAL Laboratory, lo demuestra. Mientras es una experiencia que engancha a nostálgicos y seguidores del personaje, también lo hace con los principiantes y los más pequeños de la casa que ven en esa bolita rosa unas horas de complicidad hogareña entre mandos. Así es Kirby. Adorable y especial para todos.
Manteniendo esa línea, Kirby Battle Royale nos enfrasca en una nueva aventura que comienza con un tutorial sencillo, colorido y bajo el mando del apartado sonoro, brillante en su ritmo y en el apego que le cogeremos en tanto el título avance. La alegría y el optimismo de Kirby nos seducen desde el minuto 1 y es fácil abandonarse a la diversión de las pantallas que componen el juego. El argumento solo es una excusa para embarcarnos en los retos que podremos llevar a cabo en los modos Historia, Multijugador Online y Multijugador Local.
En esta ocasión, Kirby recibe una invitación al Grand Prix Dede que tiene como premio una tarta. Sin dudarlo ni un momento, el protagonista corre veloz hacia el lugar del torneo y en su camino seremos nosotros quienes empecemos a acomodarnos a sus controles, simples y efectivos, y que responden ágilmente a lo que pedimos. La primera toma de contacto, entonces, nos acerca a los controles básicos que deberemos dominar a lo largo de las fases del título.
Una vez en el castillo del Rey Dedede, Kirby se da cuenta que todo es una trampa del monarca que tiene en su poder una máquina que le permite copiar a la bolita rosa, aunque un tanto diferente. En esos momentos también empezará nuestro periplo que consistirá nada más y nada menos en superar ráfagas de minijuegos para conseguir los puntos necesarios y subir de categoría en el torneo, que añadirá, teóricamente, dificultad a cada liga que pase. Pero todo sea por la tarta.
Para ello deberemos enfrentarnos, solos o en pareja, a las copias de Kirby que el Rey Dedede pondrá en nuestro camino en cada fase, en combates y en hasta un total de 10 minijuegos, que van desde conseguir el mayor número de manzanas hasta un conjunto de pruebas rápidas. Variados en la primera toma de contacto, incluso adictivos, en poco tiempo se volverán terriblemente repetitivos, y hasta un tanto fatigosos. Por si fuera poco, en algunos de ellos sufriremos ralentizaciones en la consola, lo que supone algo grave en un juego donde dependemos del tiempo.
Como recompensa a nuestras victorias, recibiremos medallas y monedas que podremos canjear por una diversidad de coleccionables, entre ellos toda la música del juego, modos de combate, complementos y hasta trece habilidades clásicas y nuevas de Kirby. Y aunque la emoción nos puede embargar al principio ante tantas opciones de transformaciones poderosas para nuestro pequeño Kirby, la realidad es que todas ellas comparten un mismo esquema de golpes y combos.
Una cuestión que puede llevarnos a escoger un tipo y pasarnos el juego prácticamente con la misma habilidad, simplemente haciendo uso de los movimientos básicos del personaje (saltar, golpe cargado, golpe rápido, etc.) a los que hemos de sumar agarrar objetos y enemigos en las pantallas de los minijuegos para superarlos. En resumidas cuentas, técnicamente es un título asequible, aunque puede resultar frustrante para jugadores experimentados.
A grandes rasgos, su duración es corta en el modo Historia, siendo rejugable si somos unos coleccionistas empedernidos, y en el Modo Multijugador Online nos topamos con otras dificultades como la limitación de las pruebas que deberemos superar, al azar entre tres opciones, y la falta de comunidad de jugadores contra los que enfrentarnos y que nos impiden una diversión rápida. Dado el género y la finalidad de Kirby Battle Royale, eso resta puntos considerablemente.
En cuanto al modo Multijugador Local, la cosa se anima. Nintendo ha puesto a nuestra disposición el modo Descarga, con el que amigos que no tengan el título podrán echarse unas partidas con nosotros, aunque los minijuegos estén algo limitados en este caso. El apunte positivo es que aquí sí podremos escoger los minijuegos y si queremos superarlos en solitario en parejas, con lo que las opciones se amplían. Al menos lo suficiente como para pasar una tarde de domingo. Y es que Kirby Battle Royale es eso: un juego con el que pasar un rato en familia o entre amigos.
Estamos ante un título que busca un entretenimiento rápido, sencillo e intuitivo, apto para todos los públicos y con una nivel de dificultad bajo, que potencia su carácter desenfadado. Una forma de amenizar esas tardes de otoño e invierno en las que solo queremos un ocio discreto, sin más pretensiones, o una excusa para un encuentro casual o familiar y que, a muy malas, podamos llevar con nosotros para echarnos una partida rápida si la velada no es lo suficientemente interesante.