Fallout76

Fallout 76 y las otras 75 razones por las que no jugarlo

Fallout 76 es malo. Fin del análisis.

Nah, es broma. Broma lo del fin del análisis, no lo de que sea malo. Porque lo es, y mucho. Son tantas las cosas que están mal con el juego que no sé ni por dónde empezar, a decir verdad. Perdonad de antemano si este análisis va por otros derroteros de lo que estáis acostumbrados a leer en TecnoSlave, porque no sé cómo estructurar tantísima cantidad de despropósitos en un análisis mínimamente extenso y con sentido. Sin más dilación, que comience el espectáculo. Espero que hayáis traído paraguas, porque va a llover (y no precisamente agua).

Todo comenzó cuando anunciaron Fallout 76 en esta última edición del E3. Nos dijeron que The Elder Scrolls VI estaba en desarrollo y que iba a haber una segunda parte del endiabladamente (pun intended) genial Doom de 2016. Todo era bonito. Pero todo cambió cuando la Nación del Fuego (también llamada Todd Howard) atacó. No, esta vez no quería vendernos otra vez Skyrim (aunque sí que lo hubiera comprado para Alexa, a decir verdad). Nos quiso vender un MMO de Fallout. Mira, Todd, tratasteis de hacer un MMO de The Elder Scrolls y os salió de aquella manera, ¿por qué iba a ser esto buena idea? Además, el juego iba a salir en cinco me… ¿Que iba a salir en cinco meses? Todd, por el amor de Dios, mírame a los ojos. ¿Cómo vas a sacar un MMO en cinco meses desde su anuncio? ¿No has aprendido nada de The Elder Scrolls Online? Se ve que no…

Total, que tras bastante poco bombo llegó la beta. Y no voy a hablar demasiado de ella, porque seguro que ya habéis visto por redes sociales y demás que estaba rota a niveles descomunales: la velocidad de movimiento de los personajes estaba ligada a los fotogramas por segundo del juego, no podías desinstalar el título salvo que lo compraras… Muchas cosas, pero esto no es lo importante. Lo importante es que el día de salida de Fallout 76 nos plantan 50 gigas de descarga. Vale, lo acepto, dame un juegazo, Bethesda. Ponme una historia inmersiva como la deNew Vegas, una jugabilidad de combate mejorada y un apartado visual decente: es decir, todo lo que no fue Fallout 4. Spoiler: obviamente no lo hicieron.

El juego comienza con los primeros supervivientes del Refugio 76 saliendo a las tierras salvajes de Appalachia. Allí deberán tomar las armas que les ofrecen los siervos robóticos que ayudan en todo lo posible y partir a hacerse hueco en el mundo. La directora del refugio te dejó una grabación dirigida única y exclusivamente a ti y no a ningún otro jugador, pidiéndote que salieras del refugio a explorar el exterior. Y aquí llega mi principal problema con Fallout 76: no hay PNJs. Ni uno. Hay monstruos, sí, y algún que otro robot de vez en cuando, pero no hay otros humanos con los que hablar salvo otros jugadores. La narrativa del juego se basa en cosas que pasaron hace tiempo y que tú vas escuchando al rato. No puedes interactuar con la historia. No puedes tomar decisiones de ninguna manera. No puedes ni siquiera hacer algo al respecto como se hacía en Breath of the Wild. No puedes hacer absolutamente nada más que escuchar lo que te cuenta gente que no conoces y a la que tienes el apego emocional justo y necesario. Es, literalmente, todo lo opuesto a lo que la saga Fallout ha representado siempre para la gran mayoría de nosotros o, al menos, en Fallout 3 y New Vegas, que para mí son los mejores que nos ha ofrecido Bethesda.

A nivel mecánico, presenta fallos gravísimos: el progreso de las misiones no se guarda a cada instante y te toca repetir misiones, a pesar de que no conservas los objetos obtenidos por las mismas. Las texturas se rompen y te enseñan hermosos cuadrados morados de texturas que faltan. Y bueno, como decía antes: las misiones. Madre de dios las misiones. Mata a cuatro enemigos. Recolecta cinco botellas. Recoge una grabación. Mata a siete enemigos. Pulsa un botón. Todas esas misiones tan “World of Warcraft” que, en otros formatos de MMO funcionan mínimamente bien, en Fallout 76 se sienten aún más aburridas y tediosas que en cualquier MMORPG.

También es necesario hablar del hecho de que la inteligencia artificial es, siendo generosos, terrible. Los enemigos se quedan estáticos, sin atacar. Incluso siguen estáticos al morir, muchas veces con los brazos en forma de cruz. Los mutantes corren hacia ti, sacas la pistola para dispararlos y se dan media vuelta. Han pensado que es mejor hacer el tonto que atacar de forma eficaz. Es que hasta un servidor pirata de World of Warcraft tendría una IA mejor preparada que esto.

Y por supuesto, vivimos en 2018, casi 2019. ¿Qué sería de un triple A con presupuesto millonario si no hubiera microtransacciones y cajas de botín? Vale, las microtransacciones son cosas estéticas y, más o menos, puedes conseguir una parte relativamente ínfima dándole caña al juego (después de haber pagado los 60 eurazos de rigor), pero es que las habilidades de tu personaje vienen determinadas por sobres de cartas. Puedes enfocarte en percepción y el sistema VATS (del que despotricaré ahora) y que en los sobres solo te toque cosas de agilidad, fuerza o aguante, totalmente inútiles para ti. Sigue comprando sobres, a ver si te toca la habilidad que necesitas. Es, literalmente, un juego de móvil gratuito de 60 euros. Se ve que la codicia de las empresas no conoce límite.

Como decía, el sistema VATS. Apufff. En entregas anteriores anteriores fue algo que me enamoró: todo se congela, decides a donde apuntar y, como si de un XCOM o un Fire Emblem se tratase, obtienes una probabilidad de impactar al enemigo. Puedes valorar si un 65% de éxito por impactar en la cabeza merece la pena o no. Puedes hacer que los pocos combates de tu juego, si decides enfocarte a hablar y persuadir, sean más tácticos que basados en la acción. ¿Qué sucede cuando tu juego pasa a ser online y es imposible parar el tiempo (o ralentizarlo un poco, como en Fallout 4)? Pues que tienes el despropósito que es el sistema VATS: un modo de disparo a tiempo real automático que falla en lo más básico de su concepto.

Tras unos días, Bethesda agregó un parche de otros casi 50 gigas para arreglar aún MÁS errores y, si bien las primeras horas de juego me habían dejado demasiado frío, decidí darle una segunda oportunidad. Tras dos fallos críticos del juego al cargar el contenido y un apagado involuntario del ordenador (que, desde mi nulo conocimiento informático, lo achaco a una fuga de RAM del juego), decidí desinstalar el título por mi salud mental y por la integridad física de mi ordenador.

Siento de veras si este análisis peca de abusivo por cómo es el juego, pero de verdad creo que el 2,6 de los usuarios en Metacritic es una nota bastante acertada (incluso hasta generosa). Puede que el juego dentro de dos o tres años, cuando esté barato y logres convencer a un colega loco de que se lo pille también, esté guay. Gran cantidad de los fallos deberían estar arreglados para entonces y su precio debería ser más accesible para todos los bolsillos. Fallout 76 no solo es un mal juego, sino que además es un mal Fallout que aboga por todo lo contrario a aquello que se mantiene como un emblema de la saga: el diálogo ahora se ha convertido en un tiroteo constante y sin sentido y tus talentos por ser todo un diestro pistolero pueden tocarte (o no) en un sobre donde el azar reina sobre tus capacidades como jugador.