Expand

Expand y el potencial de la música

La música en videojuegos abarca un amplio rango de usos que van desde el simple acompañamiento a la construcción de géneros como los llamados juegos de ritmo. Desde la búsqueda de la interpretación perfecta a la que llaman títulos como Guitar Hero (Harmonix Music Systems, 2005) a la revisión que hace Crypt of the Necrodancer (Brace Yourself Games, 2015) del dungeon crawler mediante el ritmo, la organización de sonidos y silencios ha descubierto en el medio combinaciones que van abriendo poco a poco, nuevas formas de escuchar en la mente de los jugadores. La propuesta de Expand (Johnson y Larkin, 2015) es la de meditar a través del espacio, convirtiendo las melodías en niveles que actúan como cerraduras musicales que dificultan nuestro avance. 

De un primer vistazo, Expand se asemeja a esas ilusiones ópticas en blanco y negro que alteran nuestra percepción según donde pongamos el foco. Una forma de ayudarnos a reconocer por dónde desplazar a ese lento cuadrado rosa que recorre los laberintos en expansión atados al centro del que parece emerger todo el universo. Es fácil acostumbrarse al movimiento porque desde el propio menú principal estamos sometidos a las mecánicas principales del juego. Poco a poco, tras un breve tutorial, nos encontramos ante un selector de mundos fácilmente memorables que nos permite elegir la canción por la que queramos transitar primero: “Peril”, “Elude”, “Reach” o “Control”Expand es un álbum disfrazado de videojuego, que necesita ser recorrido para escucharse. Los diferentes mecanismos que nos empujan o las zonas rojas que nos mandan al principio de cada prueba no se suelen mover al ritmo de cada tema, la música no para ni hace uso de una nota errónea para marcar nuestros fallos y sin embargo, la escucha completa solo es posible mediante nuestro avance. Así, el título convierte cada canción en un evento, hilando ciertos segmentos de las canciones con segmentos jugables. Ritmos que se aceleran junto a pruebas cada vez más difíciles, fragmentos menos cargados se unen a los momentos en los que ha pasado el peligro. Asociaciones similares a las que hacemos cuando nos ocurre algo, al tiempo que sonaba aquella canción que se adhiere a ese momento concreto de nuestras vidas. 

Aunque por momentos, debido a cómo se desenvuelven los niveles y la manera en que se expanden y contraen las formas, la comparación más sencilla parece la de una cerradura que está siendo forzada, la idea que prevalece en mí tras jugarlo es la de una aguja que roza los surcos de un vinilo. Esto se debe a que al impedir las variaciones de velocidad, sumadas a la precisión del diseño de niveles, Expand controla los tiempos de nuestras acciones invitándonos a reconocer las trayectorias antes de actuar, trazando nuestra ruta mentalmente de antemano. Es un ejercicio contraintuitivo por cómo el ritmo nos empuja a seguir adelante, pero tremendamente satisfactorio cuando logramos avanzar del tirón a través de su hipnotismo.

Por eso en Expand, los pequeños momentos que nos atrapan en un rincón insalvable, pierden importancia frente a los grandes recorridos entre plataformas móviles y rojos mortales. Recientemente lanzado en PlayStation 4 y desde hace dos años en Steam, este pequeño indie es un apañado intento de darle forma al sonido. Algo que por ahora solo podemos imaginar en los videojuegos por su componente reactivo inmediato.

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