Sí, me pica la ausencia de NieR:Automata en los Video Game Awards 2017. Quiero decir, no es como si me importasen, en realidad opino que sirven de más bien poco. La cosa es que la saga NieR merece más atención de la (mucha) que ya ha recibido; hasta que la cosa cambie, yo seguiré defendiendo esta postura.
NieR:Automata era un desconocido para mí: no sabía nada de la saga, ni de Drakengard, ni de Yoko Taro. Me lo descubrió mi mejor amigo, también parte de nuestro equipo redactor, dejándome probar la demo en su PlayStation 4 cuando salió. En el primer contacto, aunque me divirtió, me dejó frío. Molaba y tal, pero no me decía nada nuevo, otro juego más de PlatinumGames. Quién me iba a decir a mí que, dos meses después, el mismo juego que me dejó frío acabaría dándome los mejores diez minutos de toda mi “carrera videojueguil”.
NieR:Automata es un juego muy bueno: el combate es fluido, divertido y profundo; los personajes tienen carisma para regalar, tanto en diseño como en personalidad; el desarrollo de la trama no es común en el plano mainstream y está bien ejecutado; la dirección artística es brillante; los temas que desarrolla su historia son tratados con respeto y claridad… Y ni siquiera todo esto es capaz de superar su momento más lúcido: el Final E. Por supuesto, a partir de aquí, el texto tendráspoilers sobre el desarrollo y los finales deNieR:Automata. Último aviso. Spoilers. Huid.
He visto muchos textos tratar la teoría filosófica tras NieR:Automata, o su interfaz y la integración de ésta en el juego… pero pocos hablando de su humanidad, y su mensaje positivo y esperanzador. No quiero dar a entender que no disfruto esos textos; al contrario, me encantan, y me ofrecen información que por mí mismo no conocía. Pero creo que hace falta más reivindicación a su momento más importante.
NieR, como saga, destaca en reiteradas ocasiones la naturaleza violenta del ser humano, y se pone muy deprimente cuando quiere. NieR:Gestalt te pone en la piel de un humano que, básicamente, erradica Shades —Reflejos, un nombre premonitorio, aunque este no es el tema a tratar. NieR:Automataes un eco: androides que, en un acto de admiración enfermiza, replican la misma naturaleza beligerante de su endiosada humanidad, esta vez contra las máquinas alienígenas. La violencia es un pilar en las obras de Yoko Taro: siempre la trata de una forma u otra, e intenta reflexionar sobre ella y su origen.
Tras completar la aventura de 2B, 9S y A2, viendo y viviendo toda la crueldad (y bondad) que ejercen y padecen, nos topamos con algo extraño. Hemos completado todos los finales, todas las posibilidades están cubiertas: el descenso a los infiernos de los androides YoRHa no podía acabar de otro modo… ¿o sí?
El juego, el director, quién sabe qué, te hace una pregunta. Quiere saber si eres capaz de ver más allá, de considerar otras opciones. Te preguntan si quieres salvar a los protagonistas, y que cuánto estás dispuesto a sacrificar para salvar a tus amigos. Te dan la opción de luchar contra el orden establecido, el destino, de romper el ciclo de guerras. Y el Final E da comienzo.
Lo que te encuentras tras aceptar ayudar a los protagonistas es una carta de amor. Una carta de amor escrita por Yoko Taro, con tres destinatarios.
Primer destinatario, el videojuego como tal. Los créditos descienden y te disparan, y tu te defiendes disparando también, controlando una navecita. El fondo es negro y tanto tú como tus enemigos sois de color blanco: si no fuese por los disparos y las explosiones, la escena carecería de color. Esto, para mí, es una forma de devolver al videojuego a su estado más básico, homenajeando a una de las primeras experiencias de este tipo que existieron: el arcade Space Invaders (1979). Yoko Taro está dando las gracias al medio en el que trabaja, muy consciente de su origen y del camino que ha seguido.
Segundo destinatario, el jugador y su relación con el medio actual. El Final E existe como una contradicción, ir en contra de lo que está programado y establecido (lo cual, en sí mismo, ya es un gran ejercicio metanarrativo, pues estamos luchando contra los propios desarrolladores). Esto permite que el respetable se implique por una causa que le importa de verdad, y genera una complicidad emocional enorme: todos luchamos contra nuestros límites, de una forma u otra, durante toda nuestra vida. Además, esto se convierte en una verdadera batalla final: tú, el jugador, estás luchando por rescatar a los personajes a los que has acompañado durante toda su aventura. No quieres que todo lo vivido sea en vano. Aun con todo, la pelea está perdida antes de empezarla, puesto que es prácticamente imposible vencer… o quizás no.
Tercer destinatario, el propio ser humano, nuestra especie. La batalla es insuperable si luchas solo, pero… ¿y si alguien te ayuda? Superar los obstáculos que la vida te ponga cuesta menos si permites que los demás te ayuden, y esta es la representación más directa y honesta que he visto de este mensaje. A cambio de ayudar, sin embargo, deberemos perder algo muy importante para nosotros. No es la primera vez que Yoko Taro nos propone sacrificar nuestra partida guardada para proteger algo importante, pero nunca había tenido un impacto en el mundo real. Si dejamos ir a nuestros datos, estaremos ayudando a que alguien más supere sus problemas; estaremos colaborando en el viaje personal de otro individuo, logrando junto a él que se sobreponga y cambie las cosas.
NieR:Automata nos está diciendo que, ayudándonos entre todos y estando dispuestos a dar el brazo a torcer, podemos luchar contra el orden establecido por lograr un mundo mejor en el que vivir. Habiendo declarado en numerosas ocasiones su falta de fe en el ser humano, Yoko Taro nos manda este mensaje. Uno de los mensajes más bonitos, esperanzadores y necesarios (sobre todo actualmente) que he tenido el placer de recibir; no sólo en los videojuegos, sino en cualquier formato. Puede que Yoko Taro nos mienta, y en realidad sí tenga fe en todos nosotros. O no. Bueno, nunca se sabe, con este hombre.
Pero bueno, NieR:Automata es sólo un videojuego, con espadas grandes y culos bonitos. De hecho, quizás NieR:Automatatampoco sea tan, tan bueno, y sólo sea cosa mía. Quizás su ausencia en los candidatos a Juego del Año era algo que cabría esperar. Pero al final del día, lo importante es ser honestos; lo cierto es que no me viene a la cabeza ninguna obra que me haya hablado con esta humildad. Han pasado meses desde que lo completé, y no deja de resonar conmigo.
Sí, ya me voy. Tranquilos, cerraré la puerta al salir. Sólo una última cosa que añadir, disculpad: muchas gracias por todo, Yoko Taro, Yosuke Saito, Keiichi Okabe, PlatinumGames. Gloria a la Humanidad.