El mundo se encuentra al borde del colapso y las siete divinidades, guardianes de las razas y pilares indispensables de la vida misma, se desvanecen. El Vacío acecha y consume todo a su paso, amenazando la propia existencia mediante los vacuos, unos seres malditos cuyo único propósito es sembrar el caos y la destrucción allá donde vayan. Para frenarlo, las divinidades crearon al Divino, un ser con los poderes cedidos por los propios dioses, cuyo último exponente murió dejando tras de sí un cargo vacío que tendrá que ser ocupado por los Ungidos, personas con potencial de convertirse en divino. En medio de esta espiral de caos, los hechiceros de la Fuente hacen acto de presencia. Capturados por la Orden Divina y llevados a Fuerte Júbilo en el Ojo de la Parca por su supuesta implicación en la muerte de Lucian, el antiguo Divino, nuestros protagonistas deberán escaparse de las entrañas de la bestia y librarse de los collares que inhiben la magia de la Fuente que corre por sus venas, que será fundamental para su supervivencia y el devenir de los acontecimientos. Siete ungidos, cada uno con su propia vida y objetivos, que se verán forzados a cooperar y a luchar contra el tiempo a la vez que inician una carrera para convertirse en Divino y quizás salvar el mundo de la devastación.
Con esta más que interesante premisa arranca nuestra gran aventura, que nos llevará por todo Rivellon junto a una compañía muy variopinta: Shelle, una elfa esclava que planea vengarse de aquellos que le hicieron la vida imposible, en especial de su Maestro; El Príncipe Rojo, un reptil de la realeza que fue expulsado por tratar con demonios y tratará de recuperar su trono; Bestia, un enano con problemas relacionados con la reina Justinia; Fane, un esquelético ser inmortal que busca el conocimiento por encima de todo; Ifan Ben-Mezd, un antiguo cruzado en el ejército de Lucian que desertó debido a la pérdida de fe en la Orden Divina; y la trovadora Lohse, que oculta en su interior un poderoso demonio que amenaza con destruir todo su ser. Cualquiera de ellos puede ser seleccionado como personaje principal y ser editado mediante un sistema de personalización bastante detallado que contará con una gran amalgama de opciones, entre los que se encuentran aspectos estéticos (cabeza, peinado, color de pelo, etc), habilidades, clases y atributos. Sin embargo, la principal novedad viene con el sistema de talentos que, dependiendo de la raza, sexo y personaje seleccionado de los 7 disponible, nos abrirá opciones exclusivas de diálogos y también determinará la manera en que nos trata la gente. Para aquellos que quieran hacerse un personaje desde cero también podrán hacerlo y seleccionar cualquiera de las cuatro razas: elfos, enanos, humanos y lagartos, o bien escoger sus variantes no muertas (sí, podremos ser un elfo no muerto, por ejemplo), aunque esta última opción nos perjudicará en las conversaciones.
Todas las opciones anteriormente nombradas nos permiten concebir cómo funcionará el mundo de Rivellon, pero en esto el juego no deja de sorprendernos. La libertad de acción es probablemente el pilar maestro sobre el que sostiene este Divinity Original Sin 2. Se apremia mucho la originalidad, por lo que el límite impuesto para resolver una situación determinada será la limitación de nuestra propia imaginación. La habilidad de teletransporte y el modo sigilo nos brindarán oportunidades de escape asombrosas y la indispensable aptitud social de persuasión nos ahorrará más de un combate innecesario y, a veces, funesto. Esto se traslada también a la hora de realizar las misiones, tanto principales como secundarias, que se encuentran repartidas por un mundo que no nos llevará de la mano. El diseño de juego nos impide saber la mayoría de las veces dónde se desarrollará el desenlace de un recado y aquí entra en juego la exploración, tan útil como necesaria. Será una condición sine qua non desentrañar los misterios que vayan apareciendo en el camino para poder maravillarnos con nuevos datos sobre el continente, las Divinidades o los vacuos. Cabe añadir lo fundamental de rebuscar en cada rincón de las ciudades, pues la buena gente de Larian Studios no sólo ha recreado ciudades con un gran nivel de detalles y personajes, sino que las ha imbuido de vida. El modelo de juego de mesa sobre el que se sustenta este videojuego permite que establecer contacto con todas las personas (incluso los animales) del entorno y cada cambio que se produzca en la ciudad se verá representado y tendrá consecuencias. Además contaremos con la voz de un narrador extradiegético que relatará acciones de personajes, sus sentimientos o muecas, lo que da la sensación de estar viviendo una partida de, por ejemplo, Dragones y Mazmorras. Por lo tanto, el mundo es dinámico, cambiante y se adapta a nosotros gracias a los talentos sociales, descritos anteriormente, que permitirá una reacción diferente con cada personaje en la mayoría de las conversaciones mediante líneas de diálogo propias.
A veces las palabras sobran o simplemente no conseguimos persuadir a un determinado NPC, por lo que habrá que saltar a la acción, probablemente de los puntos más fuertes que tiene Divinity Original Sin 2. El sistema de combate bebe de la fuente de los juegos de rol por turnos, pero eso no quiere decir que no incluya novedades. Como en su primera entrega, este videojuego contará con un número limitado de Puntos de Acción que serán los que nos permitirán realizar acciones como desplazarnos, usar habilidades o atacar. Los escenarios han ganado tanto en profundidad como en verticalidad y será muy importante situar estratégicamente a nuestros compañeros para maximizar el daño infligido. Por poner unos ejemplos, los arqueros harán un 10% más de daño si se sitúan en superficies elevadas y los pícaros asestarán críticos al apuñalar por la espalda. No obstante, no será lo único que veremos en la pantalla de combate ya que las superficies y el entorno pueden ser un aliado tan poderoso como la espada más afilada. Si pasamos sobre un charco de aceite se aplicará una ralentización de movimiento, pero si le prendemos fuego, quemaremos a cualquiera que se encuentre en ella. También se aplica a la combinación de agua y electricidad que dejará aturdidos a los enemigos y ganaremos un turno extra. Una novedad con respecto al primer Divinity Original Sin es la inclusión de armaduras físicas y mágicas que sufrirán los golpes y hechizos respectivamente de nuestros enemigos antes que nuestra preciada barra de salud caiga. Todo un acierto, ya que evitaremos perder vida tontamente al caer en una trampa que no habíamos visto. Como veis, el componente estratégico es muy importante, en especial en las dificultades más altas del juego, donde los enemigos ganan tanto en fuerza como en inteligencia, lo que supondrá un reto incluso para los más veteranos del género.
Ciertamente, este título es muy grande, tanto en mapas como en duración (nos podrá llevar perfectamente más de 100 horas para completarlo entero). Pasaremos en el mundo de Rivellon muchísimo tiempo, así que ¿por qué no disfrutar de esta maravillosa aventura en compañía de amigos? Aunque los juegos cooperativos ya no están a la orden del día, Larian Studios da un golpe sobre la mesa en este aspecto, permitiéndonos jugar en cooperativo con otra persona en la misma consola o bien buscar a tres compañeros en modo multijugador (los jugadores de PlayStation 4 y Xbox One deberán pagar las suscripciones correspondientes). También se ha incluido en esta edición definitiva el modo onlinePVP titulado Arena en el que podremos competir con nuestros amigos, o desconocidos, en combates realizados en distintos escenarios. No deja de ser un añadido interesante a la ya de por sí mastodóntica aventura, sobre todo si queremos desconectar del juego y echar unas partidas tranquilas
A pesar de sus numerosas virtudes, más que suficientes para considerarlo uno de los mejores juegos rol que ha salido en mucho tiempo y coronarse como el sucesor espiritual del gran Baldur´s Gate, no es un juego perfecto. Aunque esta edición definitiva ha incluido numerosas mejoras con respecto al juego base, que van desde reparar errores, mejora de rendimiento hasta la inclusión de un modo online y nuevos diálogos y escenas que ayudan a dar una mejor explicación de la trama en un punto bastante caótico dentro del juego, sigue teniendo numerosos errores, la mayoría minoritarios y que apenas empañan la experiencia. Uno de esos errores hace referencia a los molestos bugs que van desde posturas hilarantes de enemigos derrotados, ropa con físicas cuestionables (en especial la que atañe a Lohse) hasta zonas negras que se observan en los fondos que no forman parte del camino en zonas muy concretas. Tampoco se pueden pasar por alto las caídas de fotogramas en determinadas áreas cuando activamos la visualización de objetos, sobre todo en las que hay multitud de ellos, aunque ni son numerosas ni tardan en recuperar la estabilidad; ni la no inclusión del Gamemaster que nos permitía crear mapas o seleccionar unos predeterminados y poder crear un mundo vivo a nuestro antojo, con historia propia como un máster de un juego de rol. Sin embargo, el mayor problema del juego es el control. Divinity Original Sin 2 es un juego de rol pensado para jugarlo con teclado y ratón, por lo que la adaptación, aunque no tiene fallos en lo que a imput lag se refiere, deja mucho que desear. Se tardarán unas horas en hacerse con los botones necesarios para realizar acciones, dando especial quebraderos de cabeza el organizar el inventario o la personalización de la barra rápida. Cabe añadir que una vez adaptado al mando, el control será sencillo pero no cómodo. Aunque numerosos, los errores serán pequeños defectos que ni muchísimo menos desmerecen esta grandísima obra tan rica en detalles.
En conclusión, estamos ante uno de los mejores juegos de rol del año y, probablemente, de la historia. El argumento que va creciendo a medida que avanzamos, los giros de guión que nos darán algunas sorpresas, la impresionante banda sonora que nos acompaña desde el inicio hasta el final, los magníficos diseños de los niveles y lo detallado de sus modelados, y, en general, su mundo vivo y orgánico. Larian Studios no ha sido una empresa con recaudaciones millonarias y sus problemas económicos han amenazado con cerrarla en más de una ocasión, pero, a pesar de todo, siguen en esta industria, luchando por hacerse un nombre, y ha encontrado en la financiación mediante crowdfunding la estabilidad necesaria para subsistir. Los proyectos Divinity Original Sin no serían posibles sin el apoyo de la comunidad y la transparencia en los comunicados, y el buen trato hacia el público no han hecho más aumentar el cariño que se siente hacia ellos. Larian Studios no hace juegos triples A de éxito pero hace juegos de rol de renombre, con personalidad y que engancha al usuario. No son necesarios presupuestos multimillonarios para realizar obras de arte porque, al final, el arte es una manifestación de los sentimientos de su autor y no puede haber belleza ni magnificencia en aquello que esta sacado con prisas y empañado en avaricia. El rol occidental no podría estar en mejor situación con títulos como este bajo su nombre.