Days Gone

Days Gone, el mundo viene a por ti

Crear una nueva franquicia nunca es fácil. Asentar unas bases para una nueva saga de videojuegos, que formarán parte de una marca mayor, es una tarea ardua que solo muy pocos han conseguido llevar a cabo en las décadas que llevamos disfrutando de esta industria. Por eso cuando un nuevo juego del que nunca hemos oído hablar se presenta en la feria de turno, nos entusiasmamos tanto como nos preocupamos de que sea otro intento fallido más a la hora de crear algo con importancia.

Days Gone es un juego que se presentó bajo una sombra de duda como ningún otro exclusivo de Sony haya experimentado jamás. Tras una demostración que no dejo indiferente a nadie y levantó tanto buenas impresiones como todo lo contrario, el camino de Bend Studios ha sido duro: incontables dudas, presentaciones con problemas técnicos y, lo más preocupante, una falta de originalidad que restaba atractivo al título. Pues bueno, ya tenemos Days Gone en las tiendas y sin ninguna duda, ha dado que hablar. Pero, ¿por qué? Vamos a descubrirlo.

El mundo se ha ido a hacer puñetas y nos toca sobrevivir en lo que queda de él. Eso es lo primero que nos enseña Days Gone con una secuencia introductoria que nos muestra cómo fueron las primeras horas de esta extraña epidemia que convierte a la gente en criaturas sedientas de sangre. En ese momento nos toca ponernos en la piel de Deacon St John, un ex militar convertido en motero que malvive en el estado de Oregón, en medio de una naturaleza preciosa pero llena de peligros de todo tipo.

Mentiría si dijera que la historia de Days Gone es revolucionaria o eleva al medio como otras obras de Sony. No es así. Sin embargo, tras unas cuantas horas, donde cuesta empatizar con un protagonista lleno de nihilismo y desesperación, el escritor de Days Gone, John Garvin (sorprendente que una sola persona haya escrito un juego de semejante envergadura), va revelando pinceladas de la verdadera personalidad de Deacon, y junto al reparto coral acaba siendo una experiencia muy llevadera con sus giros de guión y unos arcos de personaje que ponen en evidencia a muchos otros juegos de géneros donde estas cuestiones tienen mucho más peso narrativo. Cabe recordar que este el primer proyecto triple A de los de Bend desde aquellos días donde Syphon Filter, que era uno de los pesos pesados de PlayStation 1. Teniendo en cuenta su reducido número (apenas 100 personas participaron en el desarrollo de Days Gone), tienen madera para convertirse en uno de los mejores estudios dentro de la familia PlayStation.

Dejando un lado la narrativa del juego, su jugabilidad tampoco se queda atrás para transmitirnos una sensación de vulnerabilidad a través de los múltiples peligros que acechan en el mapa, y que no nos dejarán descansar aun cuando creemos que estamos a salvo. La búsqueda de recursos para fabricar objetos es algo constante, y lejos de convertirse en una tarea pesada, explorar todos los edificios del mapa es algo que recompensará a los jugadores más precavidos. La principal amenaza que nos encontraremos en el mundo de Days Gone son los infectados, aquellos denominados “engendros” que en solitario no opondrán mucha resistencia si somos atentos, pero que en multitud pueden arrasarnos antes de que tengamos tiempo a reaccionar.

La infección no solo afecta a los seres humanos. Mucho ojo a los lobos, osos y hasta cuervos contagiados que pueden aparecer de la nada oliendo nuestra sangre o la de nuestros enemigos. Pero sin duda el mayor peligro que generan estos engendros son las hordas, enormes masas de infectados humanos que funcionan como si fuera una colonia de hormigas, atacan en sincronía, se mueven en sincronía y sin ninguna duda te perseguirán hasta los confines del mundo si pueden alimentarse de tu cuerpo. Estos combates son una de las experiencias más tensas que he tenido con un juego de mundo abierto; la sensación de ver a lo lejos una horda o, aún peor, dar con una de cara sin comerlo ni beberlo es algo que se debe vivir.

También es necesario mencionar que estos no son los típicos zombis que podemos encontrar en otras obras de ficción, estas criaturas duermen, comen, beben y emigran dependiendo del clima de la zona. No será raro ver un grupo de engendros persiguiendo a un ciervo o un oso en los bosques, o a una gran horda migrando de una zona u otra por las carreteras llenas de vehículos abandonados. Todo esto hace que el mapa, ademas de ser una recreación de Oregón casi exacta, se convierta en algomás dinámico que lo visto en otros juegos del mismo estilo, y obliga a tener todos los sentidos en alerta durante sus viajes.

Pero no solo de los peligros mortales tendremos que estar atentos, también de nuestro medio de transporte: la fiel moto de Deacon. La moto es el vehículo de transporte por excelencia en este mundo postapocalíptico después de que las carreteras fueran completamente arrasadas por hordas de engendros o destruidas por el gobierno. Los caminos rurales y los vehículos pequeños son los únicos capaces de moverse entre tanta destrucción. Aquí es donde entra otra de las mecánicas estrella de Days Gone: nuestra moto no solo es un vehículo, es nuestro centro de operaciones. Podemos reabastecernos de munición, huir de una horda enemiga o incluso llegar a lugares inalcanzables a pie. Pero tiene una pega, y es que tenemos que ocuparnos del mantenimiento de la motocicleta. Es decir, la moto recibe daños y también consume gasolina. Encontrar chatarra de coches abandonados o garrafas de gasolina es algo vital si queremos salir con vida. A fin de cuentas, no es agradable quedarse sin combustible cuando una horda o un oso infectado te están persiguiendo ¿verdad?

Por último tenemos el combate contra enemigos humanos, los cuales carecen de una inteligencia artificial desafiante y corretearan por el escenario como pollos sin cabeza. Bien es cierto que crear diferentes patrones de conducta para todos los enemigos que vemos en pantalla es complicado, pero la facilidad de los encuentros contra humanos es realmente insultante. El único consuelo es que si una banda de engendros se encuentra con bandidos o por el contrario, nosotros mismos guiamos a una horda contra ellos, estos lucharán por su vida tanto como nosotros.

En cuanto al apartado técnico, Bend Studios ha decidido usar el Unreal Engine 4 para dar vida a este violento mundo. Sin duda el juego es precioso cuando tienes oportunidad de verlo en todo su esplendor pero la enorme cantidad de problemas técnicos y de rendimiento (causa de la tardía carga de texturas), como bajones brutales de FPS, pueden minar bastante la experiencia de juego. No es extraño ver más de una cinemática con las texturas a medio cargar, rompiendo un poco esa inmersión en la historia.

En definitiva, esto ha sido el bautismo de fuego para Bend Studios, un estudio que en los últimos años solo había producido títulos en las consolas portátiles de Sony, pero que ahora han entrado por la puerta grande con reacciones diversas en cuanto a su primer triple A. Sin duda esta gente ha puesto toda la carne en el asador con Days Gone, demostrando verdadera pasión por su trabajo y dándonos un títulos que, a pesar de sus luces y sombras, se gana el puesto junto al panteón de las excelentes exclusivas de la compañía nipona.