Dark Souls

Dark Souls Remastered, pero lo justo

En la época de la nostalgia y la alergia a la retrocompatibilidad, los remakes y las remasterizaciones se han ido haciendo un hueco cada vez más grande en la industria. Por supuesto, uno de los títulos más importantes e influyentes de la última década no se iba a quedar atrás. Así, el estudio polaco QLOC —con ayuda de From Software y publicando Bandai Namco— nos trae Dark Souls Remastered, una versión del original que no ha dejado a los fans de la saga indiferentes.

No me malinterpretéis: me gusta que sea fácil acceder a títulos antiguos, y más si traen mejoras respecto a su versión original. Y es que volver a Lordran a 1080p y 60FPS es algo que, en líneas generales, gusta. Porque por muy buen juego que sea, Dark Souls no era famoso por funcionar bien, y mucho menos en PC.

Dark Souls Remastered añade sin perder ni un poco de su esencia original. A nivel mecánico es, con lo bueno y lo malo, el mismo juego. Todo se siente y funciona exactamente igual, una cosa que se agradece poder disfrutar sin caídas de fotogramas. Ni en la infame Ciudad Infestada he notado el más mínimo bajón, aunque de esto habla Digital Foundry más y mejor. Con esto, la chicha de esta remasterización se encuentra en los pequeños detalles: desde las mejoras a la iluminación hasta las texturas en alta definición. Todo esto sumado a cambios jugables como poder modificar el tamaño de la interfaz, cambiar de pacto en hogueras, consumir varios objetos de una sola vez (GRACIAS) o poder volver al primer objeto del acceso rápido manteniendo pulsado el botón de cambiar. Cambios que vienen directamente de unas secuelas que aprendieron muy bien del primer título en cosas como el control de la cámara y del personaje (sobre todo cuando se fija a un enemigo), y es una pena que esto en concreto no se vea reflejado en esta remasterización.

Donde más se nota lo último es en otro de los grandes pilares de este lanzamiento: el multijugador. Un multijugador que ahora ofrece la posibilidad de albergar en una partida hasta a seis jugadores (antes cuatro) y una mejor conectividad. Tras varios errores de matchmaking, conseguí invadir y ser invadido con éxito, y si bien funciona mucho mejor, estamos jugando en la misma versión en la que se dejó de actualizar Dark Souls, con todo lo que eso implica referente a bugs o builds. Revivir el juego tal y como se quedó en la anterior generación puede resultar hasta cierto punto atractivo, pero fallos como los famosos ataques críticos (o backstabs) en cadena consiguen manchar una muy buena experiencia.

Semanas antes del lanzamiento leí cosas como que «han tardado siete años en hacer lo que un modder (con DSFix) consiguió pocas horas tras el lanzamiento». Es cierto que esta remasterización a los fans más acérrimos o a los que jugaron en ordenador, les puede saber a poco. Pero es más que digna de su nombre y una muy buena forma de tanto atraer nuevos jugadores, como de dejar con mejor sabor de boca a los que vienen de PlayStation 3 y Xbox 360. Todo con el magistral DLC Artorias del Abismo incluido, por supuesto. Sin perdonar una versión horrible que nunca se arregló de forma oficial, puedo decir que Dark Souls Remastered es más que «un pequeño apaño» y que volver a encarnar al no muerto elegido así, merece la pena. Porque a fin de cuentas, poder disfrutar en mejores condiciones de una obra que se ha hecho un nombre tan importante en la industria por su mundo, su forma de afrontar el desafío y de contar su historia, su jugabilidad y su casi impecable diseño de niveles, es de agradecer.