El apocalipsis lo ha iniciado una banda de metal a la que solo Charlie Murder, grupo punk rock, puede detener. Demonios, brujas, muertos vivientes y un largo etcétera de engendros se interpondrán en un viaje que iniciaremos en el mismo infierno.
Con la llegada de Salt and Sanctuary a Steam, Ska Studios nos ofrece la oportunidad de disfrutar de otros dos de sus títulos hasta ahora disponibles únicamente en Xbox Live: The Dishwasher: Vampire Smile y Charlie Murder.
Pudiendo elegir a un miembro de la banda entre cinco y de jugar en cooperativo hasta con tres personas más, despertaremos en el infierno y, tras varios enemigos que servirán como tutorial para familiarizarnos con las mecánicas más básicas de este beat ’em up, volveremos a nuestro cuerpo mortal en la superficie. Todo esto para ver que Gore Quaffer ─un grupo de metal que solo por las pintas ya sabemos que no traman cosas muy buenas─ ha llenado la ciudad de todo tipo de monstruos para, aparentemente, acabar con nosotros.
Nuestro paso por la ciudad no será nada ameno; ni para Charlie Murder, ni para nosotros. Las oleadas y oleadas de enemigos a las que haremos frente tanto a puños como con armas, blancas y de fuego, no tardan en volverse repetitivas y predecibles. Aunque los enemigos varíen, acaba siendo algo visual, porque nuestra forma de afrontar la situación va a ser prácticamente la misma: machacar botones sin pararse a pensar mucho con los normales y «golpear y huir» con los más grandes, jefes incluidos.
Charlie Murder intenta establecer una curva de dificultad que se ve chafada por mecánicas de las que se pueden abusar(como llenar el inventario de objetos de curación y usar uno cada diez segundos porque nada lo impide) y por jefes con tres o cuatro ataques contados, cosa de la que ni el propio jefe final se libra.
El desarrollo de los personajes, a excepción de las habilidades, junto a la obtención de equipamiento derivan en algo que estamos cansados de ver: pequeñas variaciones en números y porcentajes que afirman que haremos un poco más de daño o que aguantaremos algo más. A cada nivel subiremos cada atributo un poco, algo que bien podría hacer el juego automáticamente, y nos equiparemos cada objeto nuevo que obtengamos porque no hay razón alguna para hacer otra cosa.
Las habilidades se consiguen mediante tatuajes y, además de ofrecer una variedad más que necesaria al combate, intentan ser coherentes para con la temática del título. Todo en Charlie Murder es punk: personajes, enemigos, habilidades… Y sin abandonar el característico estilo artístico de Michelle Juett Silva.
A nivel narrativo el título de Ska Studios también cojea. Y no es de extrañar cuando, literalmente, todo el peso recae en un abuso de flashbacks. Así iremos del punto A al punto B con cortes a ratos para explicar por qué el malo es tan malo en una historia de traición y venganza.
Aún así no todo iba a ser malo, y es que Charlie Murder intenta cambiar jugablemente en varias secciones. Ofreciéndonos situaciones como un juego de ritmos en varios conciertos o un shoot ’em up en una persecución a lomos de una escoba de bruja. La ejecución de estas nuevas mecánicas es pobre y acaban resultando anecdóticas, pero sirven para mantener nuestro interés en ciertos puntos de la obra.
Un título que sabe distinguirse visual y estéticamente del resto, pero que por desgracia no va a más. Apoyado en un género que no está en sus mejores momentos y con competidores como Castle Crashers o Mother Russia Bleeds, Charlie Murder nos ofrece una experiencia un poco insulsa y olvidable, pero que se puede llegar a salvar por el modo cooperativo.