A Rose in the Twilight

A Rose in the Twilight, pequeño y precioso

Nippon Ichi Software parece estar especializado en crear juegos con la palabra ‘indie’ escrita en la frente. No es el caso de indie como un título de presupuesto bajo y realizado por una pequeña compañía, sino más bien como una simple descripción que hace alusión al minimalismo de un título. Así, tras presentar htoL#NiQ: The Firefly Diary y Yomawari: Night Alone, NIS vuelve con un juego simple y delicado que parece más enfocado a su estética que a su jugabilidad.

Siguiendo los pasos de sus dos títulos anteriores, A Rose in the Twilight nos pone en la piel de un niña pequeña. Rose —que así se llama la niña — despierta en un castillo abandonado por el tiempo y el color cargando una maldición sobre sus espaldas. Y además, de forma completamente literal, pues a causa de sucesos que la chica no puede recordar, carga con una enorme rosa. El argumento del título sigue, en cierta manera, la estela de uno de los RPG más influyentes de los últimos años siendo narrado a través de su mundo y sus objetos. Quedarse con su historia no será tan fácil, pues dichos objetos (divididos en recuerdos, anotaciones y libros entre otras) se encuentran repartidos por todo su escenario y solo son accesibles cuando el juego lo cree conveniente.

Poco se tarda, tras adentrarse en el castillo, en encontrar al que será el inseparable compañero de Rose, un gólem de piedra. La cooperación entre ambos —de forma similar a como se juega en Never Alone o Child of Light— supone la única forma de superar los diferentes niveles y retos que el juego nos plantea a lo largo de su historia. Gracias a la maldición, Rose puede absorber el color de los objetos (que destacan en un intenso rojo frente a la escala de grises que ocupa su escenario) para controlar su tiempo. Esto afecta en forma de físicas al juego, que permite mover los elementos tintados, mientras que el resto permanecen completamente inamovibles. Por su parte, el gólem tiene la capacidad de coger y desplazar elementos en el escenario, así como lanzarlos (incluyendo a la chica en el paquete).

La simbiosis de estos dos personajes recuerda incluso, de cierto modo, a los juegos de Fumito Ueda. Durante toda la duración del juego no intercambian ni una sola palabra entre ellos y lo más probable es que no consiguiesen entenderse si lo hiciesen. Pero la relación está ahí, tanto como existía entre Ico y Yorda. Algo que también trae cierta reminiscencia a Ueda es lo orgánica que resulta Rose; es una niña pequeña perdida en un castillo abandonado y actúa como tal. Camina de forma lenta — como con miedo, y si se cae se dará de bruces contra el suelo y tardará unos segundos en levantarse. Lo mismo ocurre con la actuación del personaje a lo largo de su trama, lo cual supone un punto a su favor por su falta de texto. Claro que esto también genera una serie de problemas.

En A Rose in the Twilight se muere, se muere mucho. Su jugabilidad se basa en un sistema de plataformas en 2D repleto de puzles y retos que resolver, haciendo uso del ingenio y de sus dos protagonistas. El problema es que —retomando el párrafo anterior— Rose muere con mucha facilidad. Tal es así que un pequeño salto mal realizado o un ligero cálculo erróneo de la altura pueden acabar con su vida. El juego es consciente de ello y premia al jugador con una serie de trofeos por alcanzar cierto número de muertes (varias veces además). Resulta un chiste un tanto ácido el morir, la gran mayoría de las veces, por el limitado sistema del juego y no por la falta de habilidad del jugador. Obviando eso, el título es bastante cómodo y divertido; no se encuentra a nivel de Limbo o Inside, pero desde luego no hace un mal trabajo. La curva de dificultad se traza de forma acorde al aprendizaje del jugador y jamás se le abandona. Funciona, en cierta parte, de forma lineal: se introduce un nuevo elemento en una sala a modo de tutorial, mueres y con la lección aprendida te enfrentas a una serie de retos exponencialmente más complicados. Este desarrollo permite añadir nuevos elementos de forma aislada en cada sala para luego, a modo de examen final, hacer uso de todos en las zonas más difíciles del juego. De esta forma el título consigue sorprender una y otra vez, incluso haciendo uso de elementos reciclados cambiando su disposición y parte de las normas aprendidas.

Donde destaca más A Rose in the Twilight es en su apartado gráfico. Y más que en sus gráficos per se, lo hace en su dirección artística. Se denota la especial atención por parte de sus desarrolladores a la hora de crear un escenario oscuro para su trama. Cada rincón del viejo castillo mantiene sus detalles de forma característica, desde las fuentes del jardín a los desgastados engranajes de la torre del reloj, pasando por la antigua librería o el espacioso salón del trono. Se hace notar también en el diseño de sus personajes y lo bien que funcionan en conjunto con todo lo que les rodea, llegando a parecer una oscura y triste pieza de arte pintada sobre lienzo. Menos destaca su banda sonora que sirve como aderezo al juego. Lo cierto es que sus escenarios piden completo silencio. El abandono, la presencia silenciosa pero implacable de la maldición y las historias que se cuentan entre sus muros no piden otra cosa. Con esas su apartado musical acaba en un segundo plano, con temas ambientales que destacan solo en los momentos de pura tensión argumental. Sus ritmos lentos y pausados aderezan el conjunto y, pese a su simplicidad, se adaptan de forma perfecta.

El último trabajo de Nippon Ichi se asemeja más a una carrera de fondo que a un sprint. Es un título lento y denso; avanza de forma pausada e incluso los momentos más tensos destacan por ese ritmo. Su argumento se encuentra dividido y oculto en una gran diversidad de objetos y notas que, lejos de estropear su jugabilidad, se convierten en uno de sus puntos principales, aumentando la sensación de misterio e impulsando al jugador a investigar con detenimiento. Sus tres finales (lineales y consecutivos, siendo el tercero el único verdadero) compensan el camino realizado y sorprenden al jugador con sus inesperados giros de guión. A Rose in the Twilight es uno de esos títulos pequeños que pasan desapercibidos pero que brillarán en los ojos de todo aquél que les de una oportunidad.